La crueldad de los campos de concentración nazis, con el holocausto judío de fondo, y la tortura de las cárceles uruguayas son los ejes narrativos de Las cartas que no llegaron, del escritor uruguayo Mauricio Rosencof. En esta obra hay un importante componente autobiográfico. Para comprender mejor el tema, es preciso saber que Mauricio Rosencof estuvo once años y medio encarcelado, en condiciones infrahumanas, sin que le estuviera permitido en ese tiempo comunicarse con su familia ni con sus amigos. La única escapatoria para que el escritor pudiese soportar una separación tan terrible y dolorosa fue obligarse a recordar. En una entrevista Mauricio Rosencof lo explicó de este modo;
“La memoria es como un rescoldo que no se apaga jamás. Basta que un olor o un sonido, aunque sea en la forma de un leve viento, golpeen una neurona dormida para que todo se encienda de nuevo (…) Fue un ejercicio sin el cual difícilmente hubiera podido seguir vivo. Somos nuestra memoria y basta con que un pequeño estímulo la active para que ocurran cosas extraordinarias”.
La novela es la evocación de un escritor que escribe desde la cárcel y que comienza con el periodo más inocente de toda su vida: la niñez. Los recuerdos de sus padres, de su hermano con quien jugaba, se entremezclan con las cartas que llegan desde la Polonia natal de sus padres, cartas escritas por familiares que relatan el terror nazi, los horrores de la guerra, la nostalgia y la tristeza de no poder estar cerca de aquellos a quienes escriben porque se han exiliado lejos, muy lejos, al otro lado del Atlántico. Y ese hilo tenue que une a la familia polaca de la familia uruguaya permanece hasta que se rompe irremediablemente cuando, un día cualquiera, dejan de llegar cartas. Mauricio Rosencof nos lo narra con una prosa limpia, sin ambages literarios. De hecho, en una entrevista, el escritor refiere que no usó adjetivos para dar mayor veracidad a la novela:
“Que las cosas se infieran de los hechos. El adjetivar hace perder el sentido a los hechos. Las palabras se gastan. En mis textos no aparece la palabra tortura y yo tampoco digo la sangrienta dictadura militar”.
Tras el relato de la infancia, viene el relato desde una edad ya adulta, la historia de un Mauricio Rosencof que acaba encarcelado y separado de su familia. El paralelismo con la historia de sus tíos polacos es evidente y desgarrador. Mauricio Rosencof nos relata un momento histórico terrible en la historia de Uruguay, pero lo hace sin aspavientos, sin exagerar nada, y con una sensibilidad que nace de lo más profundo de su corazón. Las cartas que no llegaron es, sin lugar a dudas, un relato sentimental y existencial. Desde la cárcel, el narrador nos hace comprender que no va a permitir que el nexo que lo ha unido a aquellos que más ama se pierda con el olvido. Y es por ello que, para sobrevivir, para soportar los horrores de la cárcel, se fuerza a recordar a sus seres queridos. Las cartas escritas en la novela no fueron escritas desde la cárcel, pues también le estuvo prohibido comunicarse por escrito, pero Mauricio Rosencof las fue dictando en su cabeza hasta que, muchos años después, las transcribió para que esa memoria perdurara, aunque para entonces sus padres ya no pudieran leerlas, porque su madre había muerto y su padre padecía de senilidad cuando él salió de la cárcel. Y fue entonces cuando pudo escribir esas cartas que quitan el aliento con citas como esta:
“Y estas son las cartas, mi Viejo, que te quise escribir desde donde escribir no se podía, y que te escribo hoy, mi Viejo, desde donde sí puedo, junto a una ventana que durante tantas eternidades no tuve,…”
Las cartas que no llegaron es una novela desgarradora y al mismo tiempo bella, no tanto por el uso impecable del lenguaje, que también, sino por el amor que es capaz de transmitir Mauricio Rosencof desde la perspectiva de lo más profundo de un pozo oscuro e ignominioso, y escribir así, con esa sinceridad brutal, es un ejercicio de literatura magistral, sin duda, pero, sobre todo, es una lección de humanidad, y eso es algo que hacía mucho tiempo que no lograba transmitirme un escritor.
Aunque tenga que usar algunos de esos adjetivos que a Mauricio Rosencof no le gustaban, tengo que decir que Las cartas que no llegaron es una novela imprescindible y necesaria.
Las cartas que no llegaron. Mauricio Rosencof. Alfaguara.