El filo de la navaja, de Somerset Maugham: viaje en busca del sentido

Portada El filo de la navaja-Somerset Maugham

Somerset Maugham (1874-1965) fue uno de esos escritores que conoció la fama en vida. Sus obras se hicieron muy populares, muy especialmente durante el segundo tercio del siglo XX, y cuando publicó El filo de la navaja en 1944, era ya un autor consagrado. De hecho, muchas de sus obras fueron adaptadas al cine con notable éxito, siendo interpretadas por las estrellas de la época, desde Greta Garbo o Bette Davis entre las primeras adaptaciones hasta Annette Bening o Naomi Watts entre las últimas, llegando a realizarse diferentes versiones de sus obras a lo largo del tiempo. Cabe mencionar en este sentido Lluvia, La carta, El velo pintado, Servidumbre humana, o El filo de la navaja, entre las más conocidas.

El trauma como punto de partida en El filo de la navaja.

La acción de El filo de la navaja transcurre entre los años 20 y 40 del siglo XX. Narra la historia de Larry Darrel, un joven norteamericano cuyo espíritu aventurero lo lleva a alistarse como voluntario en una escuadrilla de aviación para combatir en la Primera Guerra Mundial. A su regreso a los Estados Unidos, ya no es el mismo. La experiencia de la guerra lo ha dejado marcado.

Con poco más de veinte años, sin embargo, su futuro le sonríe. Larry está comprometido con Isabel Bradley, una joven de buena familia cuya situación económica le permitiría a Larry vivir cómodamente. Isabel es una muchacha bella e inteligente, y su amor por Larry es incondicional. Adoptada por su tío, un aristócrata refinado llamado Elliot Templeton, Isabel intenta convencer a Larry para que acepte alguno de los múltiples trabajos que el tío Elliot le ha ofrecido y así puedan casarse.

Pero Larry declina cualquier oferta y, cuando le preguntan qué quiere hacer con su vida, responde sin titubear que solo quiere holgazanear. No es que Larry no quiera a Isabel, ni tampoco se trata de que quiera rehuir el compromiso del matrimonio  e incluso le propone casarse inmediatamente a cambio de vivir con él una vida de sencilla, casi ascética.

Pero Isabel desea una vida más confortable en su matrimonio, se burla no poco de las pretensiones de su prometido y le pide que deje su afán por encontrar respuestas en las bibliotecas y los museos para convertirse en un hombre de provecho.

Larry le pide un poco de tiempo. Marcha a Francia para proseguir sus estudios en la Biblioteca Nacional de París. Isabel va a verlo después de dos años y lo encuentra viviendo en una pensión cochambrosa.

La joven le dice que no está dispuesta a esperarle más. Pero Larry tiene otros planes: no quiere hacer lo que se espera de él sin antes haber dado respuestas a varias preguntas que lo atosigan desde su regreso de la guerra. Le confiesa a Isabel que allí vio morir a muchas personas pero una de esas muertes lo dejó especialmente traumatizado: la de un soldado que dio su vida por salvar la de Larry. Las preguntas y dudas que sacuden a Larry no son otras sino encontrar un sentido a la existencia.

“Los muertos impresionan cuando están muertos […] Creo que no hallaré la paz hasta que me encuentre a mí mismo […] ¿Quién soy yo para pretender cambiar esto o aquello? ¿No es mejor seguir tu camino y aceptar las cosas como vengan? A veces pienso en un amigo que tuve, alegre y lleno de vida, y un instante después estaba muerto. He visto morir a muchos hombres, pero este fue distinto. El último día de la guerra, casi en el último momento, pudo salvarse y no lo hizo, me salvó a mí. Y murió y yo sigo aquí. ¿¡Por qué!? ¡Todo es tan absurdo! No puedes evitar preguntarte qué significado tiene la vida. Si tiene algún sentido o es una tremenda equivocación.”

Isabel le reprocha que esas preguntas no tendrán nunca respuesta y que si no está dispuesto a sacrificarse, romperá su compromiso con él. Larry lo acepta y, a partir de ese momento, inicia un peregrinaje por diferentes partes del mundo tratando de encontrar respuesta a su búsqueda. La joven regresa a Estados Unidos y acepta la proposición de matrimonio de uno de sus pretendientes, algo que alegra sobremanera a su tío Elliot, que veía en Larry una mala influencia para Isabel.

El narrador escritor.

A lo largo de toda la trama de El filo de la navaja, aparece un narrador que es un claro trasunto del propio Somerset Maugham. Será este narrador quien nos transmita toda la peripecia vital de Larry que conocerá de primera mano a través de sucesivos encuentros, la mayoría casuales, con él y también a través de terceras personas como Isabel o su tío Elliot.

Somerset Maugham cuenta en primera persona todo lo sabe aunque en su mayor parte no como testigo directo de los hechos (aunque a veces lo sea), sino principalmente a través de lo que los propios protagonistas de la historia le van refiriendo.

Con esta técnica narrativa, El filo de la navaja adopta la forma de una crónica en la que la trama la reconstruyen los personajes que se van entrecruzando con el narrador a lo largo de sus páginas, muchas veces de forma casual, por ejemplo en un restaurante o en un hotel. En esos encuentros, que a veces el narrador tendrá con Larry, este le referirá sus inquietudes cada vez con mayor confianza. Cuando el narrador se encuentra con alguien que ha conocido a Larry, hará que este se acuerde y pregunte para interesarse por él.

Los mundos contrapuestos.

Somerset Maugham refleja dos mundos muy diferentes en El filo de la navaja. Por una parte está el mundo alegre de las clases sociales altas, que parecen vivir en una fiesta perpetua. Por otra parte, está el mundo más duro al que se enfrenta Larry por decisión propia.

En el primer mundo suele darse la circunstancia de que los personajes que aparecen en él son superficiales, esnobs, egoístas, sumamente convencionales. En el segundo los personajes son más complejos, con múltiples aristas, más espirituales y, como en el caso de Larry, sumamente encantadores.

Larry es un seductor que no pretende serlo. Encandila por igual a todos los personajes con los que se cruza, incluso a aquellos que le tienen cierta tirria, como es el caso de Elliot. Lo interesante del personaje de Larry es que se mueve con igual soltura en ambos mundos. Es capaz de asistir a una cena de gala y comportarse como se esperaría de un caballero de la alta sociedad. Pero también es capaz de vivir en garitos inmundos, trabajar en una mina, relacionarse con los bajos fondos y encandilar a vagabundos, prostitutas, expresidiarios o incluso santones de la India.

Uno de esos personajes del submundo, un polaco que conoce mientras trabaja en una mina, le dice:

Hablas como un hombre religioso que no cree en Dios […] ¿Pensaste alguna vez en ir a Oriente? […] A la India por ejemplo. Allí conocí a un extraño personaje. Un hombre como no creí que existía. Un santo […] Lo más notable de él no son sus enseñanzas, es el hombre en sí.

Filosofía oriental en El filo de la navaja.

Precisamente la India es el lugar donde cambiará por completo la percepción de Larry y donde encontrará algunas respuestas. Tal y como le dice al narrador en un momento dado: “Es posible que Oriente tenga algo que enseñar a Occidente”.

El título de la novela, de hecho, está extraído de los Upanishads, libros sagrados hindúes. Entre sus máximas, se encuentra esta: “El camino de la salvación es tan difícil de recorrer como el filo de la navaja”.

Sin embargo, en este sentido El filo de la navaja no es un libro pesado, lleno de citas orientales y eruditas. Tampoco es un ensayo filosófico sobre el sentido de la vida y la existencia de Dios. Todos esos temas están latentes pero no ocupan un primer plano predominante.

De hecho, hay que llegar al penúltimo capítulo para que, en el que será el último encuentro entre Larry y el narrador, sabremos por Larry todo lo que aprendió en su viaje a la India y como lo que allí ha aprendido le hace replantearse sus planes para el futuro.

El viaje de Larry a la India es el clímax de El filo de la navaja. Hasta ese momento Larry se nos muestra como un individuo a quien la guerra ha alienado, ha perdido la referencia de sí mismo. Cuando se encuentra con el santo hindú, con quien se queda a vivir varios años, le plantea sus dudas, y el sabio le responde:

“El simple hecho de que vengas de tan lejos en búsqueda de saber muestra que no te asustan las responsabilidades. El admitir ignorancia ya demuestra valor.”

Larry le explica al sabio hindú que ha tratado de encontrar respuestas en los libros y en el estudio, pero sin éxito, y que desconfía de los valores tradicionales, a lo que el Santo le responde:

Tu inquietud y confusión no son los únicos, hijo mío. El mundo entero está inquieto y confuso. Siempre será así mientras los hombres basen sus ideales sobre conceptos falsos. No habrá verdadera felicidad hasta que los hombres no aprendan a buscarla en ellos mismos […] Está escrito que el hombre sabio se alimenta de su luz interior. Proviene de Dios y está en su corazón. Así se consigue la calma, la paciencia, la compasión, la abnegación y la paz eterna.

Larry dice en este momento pero eso no es fácil, a lo que el santo le contesta: “No, el camino de la salvación es difícil de recorrer, difícil como andar sobre el filo de la navaja.”

Conclusión

El filo de la navaja es una excelente novela que, pese al paso del tiempo, sigue conservando parte de su frescura y muchas de las ideas que aparecen en la trama siguen siendo actuales.

Como curiosidad, existen dos versiones cinematográficas de este libro, una de 1946, protagonizada por Tyrone Power y otra de 1984, protagonizada por Bill Murray. Recomiendo la primera de ellas, con un reparto espléndido y una adaptación muy fiel al original. La pueden encontrar en YouTube en el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=-nz5_GYd0FU

El filo de la navaja. Somerset Maugham. Debolsillo.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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