Santa María de las Flores de Jean Genet es una obra que desafía las convenciones literarias y morales al sumergirse en un mundo de marginalidad, transgresión y deseo. A través de una prosa lírica y profundamente introspectiva, Genet nos ofrece un relato que es al mismo tiempo brutal y poético, una exploración del deseo y la identidad que se desarrolla en los márgenes de la sociedad.
Un viaje interior desde la cárcel y en la imaginación
La novela se narra desde la perspectiva de un preso que se encuentra en la cárcel de La Santé, en París. Confinado en su celda, el narrador, una especie de alter ego del propio Genet, escapa de la realidad opresiva de la prisión a través de su imaginación, creando un mundo en el que explora sus deseos más oscuros y sus fantasías eróticas para evadir su realidad.
Santa María de las Flores se desarrolla en el ambiente sórdido del submundo parisino, donde los personajes principales viven al margen de la sociedad. A través de sus sueños y fantasías, el narrador evoca un mundo poblado por delincuentes, prostitutas y travestis, donde la belleza se encuentra en la decadencia y la muerte.
El narrador, fascinado por la belleza y la violencia de sus personajes, los convierte en figuras casi mitológicas en su imaginación, explorando la naturaleza del deseo, la traición y la muerte. La historia se mueve entre la realidad de la prisión y las fantasías del narrador, creando un ambiente onírico y perturbador donde los límites entre lo real y lo imaginado se desvanecen.
Decadentes y marginalidad en Santa María de las Flores
El centro de la trama gira en torno a la vida de Divina, un travesti que vive en París y se involucra en una serie de relaciones destructivas y pasionales. Divina, que encarna una mezcla de fragilidad y desafío, es el eje alrededor del cual giran otros personajes importantes, y su vida está marcada por el amor, la traición y la obsesión por la muerte.
Divina es un travesti que, a pesar de las circunstancias miserables en las que vive, busca una forma de belleza y trascendencia en su vida. Su carácter es contradictorio, mezcla de vulnerabilidad y audacia, y su vida está marcada por su relación con otros personajes que la rodean en el bajo mundo de París.
Santa María de las Flores simboliza el ambiente y la decadencia de la vida que rodea a Divina. El título de la novela hace referencia tanto a una persona (un joven delincuente que se hace llamar con ese apodo) como a la muerte misma, que siempre está presente en la narrativa.
La mayoría de los amantes de Divina son delincuentes vulgares, ladrones de poca monta que, al igual que Divina, viven en los márgenes de la sociedad y representan el deseo y la atracción física, así como la violencia que a menudo surge en las relaciones apasionadas y desesperadas.
Gabriel uno de los amantes de Divina, es un personaje más joven e idealizado en la mente de Divina, que representa la pureza y la inocencia perdidas. Su presencia en la novela contrasta con el entorno corrupto en el que se mueve Divina.
La Señora Ernestina es una mujer que juega un papel importante en la vida de Divina, ofreciendo una especie de figura materna deformada y grotesca, que, sin embargo, también está inmersa en el mismo mundo de crimen y desesperación.
Prosa lírica y subversiva
La prosa de Genet en Santa María de las Flores es lírica y evocadora, llena de imágenes poéticas y descripciones que capturan la intensidad del deseo y la desesperación. Genet utiliza un lenguaje sensual y a menudo bastante explícito y subversivo en su contenido sexual, que desafía las normas literarias tradicionales y se adentra en territorios de tabú y transgresión. La narrativa, que mezcla la realidad con la fantasía, crea una atmósfera onírica y surrealista, donde el lector es llevado a un mundo que es a la vez fascinante y perturbador.
Proxenetas, travestis, maricas y chaperos circulan por los bajos fondos de París y Genet nos cuenta sin ningún tipo de tapujos sus andanzas sexuales con una naturalidad que asombra, teniendo en cuenta que esta novela la escribió en 1944 mientras estaba en la cárcel y que no hubiera visto la luz de no ser por el apoyo de la intelectualidad parisina, entre los que caben destacar Sartre, Coucteau o Picasso.
Deseo, identidad y marginalidad
En Santa María de las Flores, Genet explora temas como la identidad sexual, la muerte, la traición, el deseo y la marginalidad. Genet utiliza un estilo provocador para exponer la belleza que puede encontrarse en la decadencia y lo prohibido, cuestionando las nociones convencionales de moralidad y normalidad. Santa María de las Flores es un reflejo del mundo interior de Genet, donde el crimen y la sexualidad se entrelazan con la búsqueda de una forma de redención a través de la literatura.
Genet aborda la naturaleza del deseo homoerótico y la fascinación por la belleza en un contexto de criminalidad y violencia. La novela también explora la construcción de la identidad en los márgenes de la sociedad, donde los personajes desafían las normas de género y moralidad.
El tema de la muerte y la traición es central en la obra, reflejando las obsesiones del narrador con la belleza efímera y destructiva. Genet nos invita a reflexionar sobre la dualidad del amor y la violencia, y cómo estos se entrelazan en el mundo de la marginación que él describe.
Una obra provocadora y poética
Santa María de las Flores de Jean Genet es una obra provocadora y poética que desafía las convenciones literarias y sociales. Para aquellos que buscan una narrativa que explore los límites del deseo y la identidad en un contexto de marginalidad y transgresión, esta novela es una lectura esencial. Con su prosa lírica y su enfoque subversivo, Genet nos ofrece una visión única y perturbadora de la belleza, la violencia y la libertad en los márgenes de la sociedad.
Santa María de las Flores. Jean Genet. Alba editorial.