En el espíritu de los hombres permanecen agazapados retazos de maldad, crueldad y violencia contenidas, dispuestas a aflorar en cualquier momento. A veces, no es necesario nada extraordinario para que esto suceda. La desconfianza hacia los que son diferentes del resto o los prejuicios hacía quienes parecen mejores que nosotros nos convierten en seres volubles, débiles e irascibles. El informe …
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