Publicada en 1959, Zazie en el metro está considerada como la obra que abrió las puertas a Raymond Queneau. Su fama se debe a su temática, pero, sobre todo, a su complejidad lingüística, que se ha adaptado al teatro y al cine, además de traducirse a diversos idiomas, no sin pocas las dificultades.
El argumento de Zazie en el metro
Zazie es una niña de pueblo francesa que va de visita a París, a pasar unos días con su tío Gabriel.
A su llegada, se topa con una inesperada huelga por parte de los trabajadores del metro, situación que la obliga a atravesar la ciudad en taxi y caminando, para llegar a su destino. El taxi será conducido por un amigo de su tío, quien tiene la misión de llevarla al Café Turandot, sitio en el cual vive el pariente visitado.
Al día siguiente de su llegada, la protagonista, después de conocer a algunos curiosos personajes, como la esposa de su tío, Marceline, y el encargado del café, Mado Piespequeños, decide escaparse y conocer el metro y sus alrededores. Es en medio de este periplo cuando se cruzará con personas, lugares e historias que le permitirán intercambiar ideas, conocer y reconocer situaciones y entender (así como hacerse entender) el significado de distintos hechos de la vida diaria y la realidad, en general.
La acción se desarrolla a lo largo de dos días, un fin de semana entero. En dicho intervalo, Raymond Queneau nos muestra a Zazie, una niña de casi once años, algo intrépida y retadora, alejada de las convenciones tradicionales para una pequeña de su edad y ligada, más bien, a una visión muy adelantada de su verdadero estadio biológico.
Rebelde, de vocabulario incómodo y mucho más madura de lo que debería ser, esta chica deambula por la Ciudad de la Luz topándose constantemente con un personaje que adquiere diversas identidades a lo largo de la novela y siempre la devuelve al camino de regreso a casa de su tío.
El estilo y la estructura de Zazie en el metro
Estructurada en diecinueve capítulos, el elemento que destacamos más de la obra es su lenguaje complejo y libre, pues cada diálogo está lleno de expresiones coloquiales particulares del argot francés, no necesariamente parisino.
Sumado a lo anterior, Raymond Queneau redactó el texto de forma libre, como él mismo aseguró en su momento, lo que significa que jugó con mezclas de sintaxis lingüísticas propias del francés, el inglés y hasta del latín. La presencia de constantes juegos de palabras, neologismos casi imposibles de traducir y la fluidez de la jerga protagónica hacen del vocabulario un universo en sí dentro de la obra. Para Raymond Queneau, el lenguaje usado es una forma de neofrancés cómico.
Remarcamos la utilización clara de un lenguaje oral adaptado a una versión escrita lo más fiel posible a la pronunciación y fonética deseadas. Siendo así, se conjugan los tonos coloquiales con errores ortográficos evidentes. Estas alteraciones se presentan tanto en sustantivos como en adjetivos, así como en la interpretación de siglas y acrónimos varios, sin dejar de lado su empleo en la inclusión de palabras extranjeras, especialmente, del inglés. A ello se añade una estructura algo errática de las situaciones descritas.
Por otro lado, los especialistas han apuntado que la obra es una parodia burlesca de distintas formas novelescas, como la novela de aprendizaje o la epopeya. De acuerdo con esta interpretación del texto, la novela se revela como la presentación de un conjunto de personajes que, mediante pintorescas características y cómicas variaciones, se adentran en la exploración de temas mucho más profundos, como la misma existencia y la significación de la verdad.
Conclusión
Esta obra está situada en el puesto número 39 del listado de 100 mejores novelas del siglo XX, según Le Monde. De una originalidad indudable, es más que posible que a algunos lectores les resulte una lectura difícil, pues Zazie en el metro tiene una indudable influencia del surrealismo, algo así como si leyéramos una novelización de alguna de las historias de los hermanos Marx, y ese tipo de humor surrealista es difícil que cale hoy en un público extenso.
Para esos lectores impacientes, yo les recomendaría ver la versión cinematográfica que en 1960 adaptó el estupendo cineasta Louis Malle, del que pueden ver aquí un tráiler:
Como curiosidad, Raymond Queneau comenzó a escribir Zazie en el metro el mismo año que lo hiciera Salinger con El guardían entre el centeno, y si bien se parte de una misma idea, la de un adolescente en libertad, en Zazie esa libertad es efervescente, lúdica, divertida, como una especie de respuesta al mundo existencial que se vivía en esos momentos en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Una original obra plagada de giros inesperados que no dejará a nadie indiferente.
Zazie en el metro. Raymond Queneau.