Eduardo Carranza (1913–1985). Colombia
Figura destacada del movimiento Piedra y Cielo, Eduardo Carranza fue uno de los grandes poetas colombianos del siglo XX. Su obra, marcada por un lirismo sobrio y una profunda musicalidad, oscila entre el amor idealizado, la evocación nostálgica y la exaltación de lo cotidiano. Supo darle una voz propia al lenguaje amoroso sin caer en la retórica vacía ni en la melancolía impostada.
Carranza creía que la poesía debía nacer de la emoción verdadera, de una forma de mirar el mundo que hiciera del lenguaje algo sagrado. En sus versos conviven el cielo, el tiempo, el recuerdo y la belleza como elementos naturales del alma. Hay en su escritura una claridad de imágenes que no excluye lo misterioso, y un ritmo que nunca olvida la música.
El poema “Azul de ti” es una de sus composiciones más conocidas. En él se condensa, con delicadeza y precisión, el paisaje interior del amor: ese espacio donde lo que se ama se vuelve sinónimo de color, de aire, de música. Todo lo que hay en el mundo adquiere una nueva luz si se piensa en quien se ama.
AZUL DE TI
Pensar en ti es azul, como ir vagando
por un bosque dorado al mediodía:
nacen jardines en el habla mía
y con mis nubes por tus sueños ando.
Nos une y nos separa un aire blando,
una distancia de melancolía;
yo alzo los brazos de mi poesía,
azul de ti, dolido y esperando.
Es como un horizonte de violines
o un tibio sufrimiento de jazmines
pensar en ti, de azul temperamento.
El mundo se me vuelve cristalino,
y te miro, entre lámparas de trino,
azul domingo de mi pensamiento.
Pensar en azul
Desde el primer verso, Carranza hace de la emoción amorosa un color: “Pensar en ti es azul”. Esa sinestesia, tan típica de la poesía moderna, funciona aquí como clave de lectura. El azul no es solo color: es nostalgia, distancia, profundidad, transparencia. Es el tono emocional del poema.
“Nos une y nos separa un aire blando,
una distancia de melancolía”
El amor no es posesión, sino tensión entre cercanía y ausencia. Se ama desde lejos, incluso en la presencia. El sujeto poético vive en ese umbral: dolido, esperando. Como si la plenitud solo pudiera existir como anhelo.
“Es como un horizonte de violines
o un tibio sufrimiento de jazmines
pensar en ti, de azul temperamento.”
La musicalidad del verso, sus consonantes suaves y el ritmo pausado, refuerzan esa atmósfera de ternura melancólica. Carranza no canta un amor pasional ni desgarrado, sino un amor contemplativo, lleno de luz interior. El “tibio sufrimiento” no es una herida, sino una belleza que duele por ser inalcanzable.
“El mundo se me vuelve cristalino,
y te miro, entre lámparas de trino,
azul domingo de mi pensamiento.”
El poema culmina en una imagen perfecta: un mundo cristalino donde la persona amada aparece como un “azul domingo”. Ese día quieto, luminoso, a veces triste por su final cercano. Ese día donde todo parece estar en su sitio… salvo el amor que se anhela.
“Azul de ti” es un poema breve, clásico en su forma y profundamente moderno en su sensibilidad. Eduardo Carranza lo escribió desde un equilibrio perfecto entre emoción y forma, entre claridad y evocación. En una época saturada de retórica, su poesía sigue enseñándonos que la belleza puede ser simple y el amor, si es verdadero, no necesita gritar. Le basta con nombrarse azul.