Poetas de Honduras: Clementina Suárez

Clementina Suárez (1902-1991). Honduras

Clementina Suárez

Clementina Suárez es, sin lugar a dudas, la voz más audaz, libre y revolucionaria de la poesía hondureña del siglo XX. Su figura marcó un hito no solo en la literatura de su país, sino en todo el panorama hispanoamericano por su forma de vida y por la potencia de su palabra escrita. Nació en Juticalpa, Olancho, y desde muy joven rompió los moldes sociales que pretendían encerrar a la mujer en un espacio de obediencia y silencio. Su poesía, al igual que su vida, fue un acto de desafío: a los roles de género, a la hipocresía moral, a los límites impuestos por la tradición.

Fue la primera mujer en publicar un libro de poesía en Honduras. Viajera incansable, vivió en México, Guatemala y Cuba, y mantuvo contacto con las vanguardias literarias y políticas de su tiempo. Su poesía se alimentó del erotismo, la crítica social, el misticismo y la experiencia femenina, en una voz que es tanto canto íntimo como grito colectivo.

Publicó poemarios como Corazón sangrante, De la desventurada vida de la artista, Veleros y Libro prepoético, pero más allá de sus títulos, su obra es una constante búsqueda de libertad y sentido. De ella dijo Pablo Antonio Cuadra: “Clementina Suárez fue un volcán de emociones y palabras, una mujer que se ganó a pulso su lugar en la poesía centroamericana”.

El poema «Lamentos en el espacio» nos ofrece un ejemplo espléndido de su madurez lírica: un texto cargado de imágenes violentas y maternales, de muerte y caricia, de amor y desgarro.


LAMENTOS EN EL ESPACIO

Afuera ruge el viento. Tu cabeza está
en mis piernas.
la noche se entretiene en ronda de fantasmas.
Aguas desbarrancadas cortan narcisos y nieblas,
para adornar la tumba de tanto pájaro muerto
.
Tú peinas y despeinas mi cabello
mientras el mar arrastra sangre y lodo.
La sombra parece que esculpiera cadáveres.
¿Quién llora y se desespera en el aire?
Amor. Tú estás dormido,
—sin darte prisa por salir de la noche—
mientras yo atajo lamentos
de madres y de niños.


El poema parece escribirse desde un refugio precario, un espacio mínimo donde la voz lírica sostiene una ternura íntima —“tu cabeza está en mis piernas”— mientras afuera el mundo se deshace. Como si el amor fuera un paréntesis dentro del caos, o incluso una forma de evasión. La escena doméstica está cercada por un entorno brutal, apocalíptico: fantasmas, pájaros muertos, mares ensangrentados. La mujer que habla se convierte, entonces, en una guardiana de ese amor dormido y a la vez en testigo del dolor del mundo.

La fuerza de la imagen «la sombra parece que esculpiera cadáveres» da cuenta del tono visionario que recorre el poema: hay algo espectral, casi profético, que impregna cada verso. Es una noche trágica, pero no de silencios contemplativos, sino de lamentos —madres, niños, cuerpos flotantes— que contrastan con la pasividad del amado que «no se da prisa por salir de la noche».

El contraste entre la serenidad íntima y la violencia exterior se intensifica hasta convertirse en una pregunta moral: ¿qué hace el amor mientras el mundo sufre? ¿Puede dormir tranquilo el amor, ajeno al dolor colectivo?

El poema no da respuestas, pero insinúa que el cuerpo de la mujer —en el que se apoya la cabeza del amado— es también el cuerpo que sostiene el peso del duelo, que “ataja lamentos”, como si fuera un escudo o un altar. Esta mujer no reza, no pide, no huye: asume la tragedia del mundo con la dignidad de quien ha comprendido que el dolor no es una excepción, sino una forma de estar en la historia.

Con Lamentos en el espacio, Clementina Suárez vuelve a ocupar un lugar esencial en la genealogía de las poetas hispanoamericanas que han sabido unir lo íntimo con lo político, lo corporal con lo cósmico. Su palabra es herida abierta, y también testimonio del coraje femenino que se niega a dormir mientras el mundo llora.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016), Camino sin señalizar (2022) y El sicario del Sacromonte (2024).

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