Josefina Plá (1903–1999). Paraguay
Josefina Plá fue una de las grandes voces literarias del siglo XX en Paraguay, aunque nació en las Islas Canarias (España) y llegó al país sudamericano en 1927 tras casarse con el ceramista paraguayo Julián de la Herrería. Desde entonces se convirtió en una figura fundamental del panorama cultural paraguayo, no solo como poeta, sino también como narradora, dramaturga, ensayista, crítica de arte e incansable defensora de los derechos de la mujer.
Fue una precursora del feminismo en Paraguay, una voz firme y lúcida en la denuncia de la desigualdad y la represión, tanto en lo social como en lo artístico. Su escritura, extensa y versátil, oscila entre lo lírico y lo político, entre lo existencial y lo simbólico, y supo integrar la tradición hispánica con los nuevos lenguajes de la vanguardia. En su poesía, particularmente en los libros escritos desde la segunda mitad del siglo XX, se advierte una preocupación constante por el paso del tiempo, la identidad, el cuerpo y la muerte.
En ese contexto se inscribe el poema que aquí comentamos, «Invención de la muerte», donde Josefina Plá logra conjurar uno de los temas más universales desde un enfoque tan conceptual como visual.
INVENCIÓN DE LA MUERTE
Esa sombra
La veréis alargarse cada vez como un agua vertida
sin remedio
como un manto cayendo despacio de sus hombros
como si fuese él mismo arrepentido que quisiera
volver sobre sus pasos
-reptil de limpia muerte sin cadáver-
La veréis ahilar su arroyo
sobre un suelo
por siempre horizontal a la aventura
Y será también la única
que dormirá con él reconciliada
con la sombra total
de que se desgajó
enemiga de todos los espejos un día.
Este poema nos sitúa en un territorio de despojamiento ontológico: la muerte no aparece aquí como suceso, sino como presencia lenta, fluida, inevitable, como una sombra que se desliza, que se estira, que se transforma en materia poética antes que en evidencia biológica.
La veréis alargarse cada vez como un agua vertida
sin remedio
La sombra, que tradicionalmente ha representado la imagen inmaterial del alma o del doble, aquí cobra cuerpo, se hace casi sustancia líquida. Esta muerte sin cadáver, descrita como “reptil de limpia muerte”, no es violenta, no es escandalosa. Es una muerte sin lucha, sin estruendo, una muerte abstracta y silenciosa que parece aceptar su destino de sombra entre sombras.
El poema está lleno de imágenes envolventes, de desplazamientos sutiles:
como un manto cayendo despacio de sus hombros
como si fuese él mismo arrepentido que quisiera
volver sobre sus pasos
Este “él mismo arrepentido” parece indicar que la sombra es una parte desgajada del ser, que se desliza desde el cuerpo como una culpa o una renuncia. Josefina Plá propone una lectura metafísica del tránsito: la sombra —como símbolo del yo— se separa y cae, no como castigo, sino como reconciliación inevitable con lo que somos sin ser.
La última estrofa es crucial:
Y será también la única
que dormirá con él reconciliada
con la sombra total
de que se desgajó
enemiga de todos los espejos un día.
La sombra total es la muerte, sí, pero también la suma de todo lo vivido, de todas las máscaras. Dormir con ella, reconciliarse con ella, es aceptar el fin sin estridencia, con un lirismo sombrío y contenido. La mención a los espejos, esos testigos que devuelven la imagen multiplicada del yo, apunta a una crítica del narcisismo, de la ilusión de permanencia: esa sombra fue “enemiga de todos los espejos”, porque rehusó el simulacro.
Un poema que habita el umbral
Josefina Plá escribe desde la frontera: entre vida y muerte, entre cuerpo y símbolo, entre poesía y pensamiento. Su verso, contenido pero cargado de imágenes memorables, no busca consuelo ni misticismo, sino una verdad poética: la muerte como forma de retorno, como sombra que se desprende y, al fin, dormita en paz con aquello de lo que nació.
Invención de la muerte es eso: un intento de nombrar lo innombrable sin violencia, sin dramatismo, sin consuelo religioso. Una creación austera, grave y despojada que se inscribe entre los textos más lúcidos sobre lo finito.
Y Josefina Plá, que tanto luchó por los derechos, por la voz y por el arte, nos entrega aquí su versión más esencial: la muerte no como pérdida, sino como retorno. Como reconciliación con la sombra que nos habita.