Poetas de Venezuela: María Calcaño

María Calcaño (1906–1956). Venezuela

María Calcaño

María Calcaño es una de las voces más singulares y adelantadas de la poesía venezolana del siglo XX. Nacida en Maracaibo en el seno de una familia tradicional, fue también una mujer que desafió las convenciones de su tiempo, tanto en su vida personal como en su obra. Escribió desde una perspectiva marcadamente femenina, vitalista y erótica, lo cual le valió el rechazo de los círculos literarios y sociales de su época. Su primer libro, Alas fatales (1935), fue tildado de escandaloso, y no volvió a publicar en vida. Sin embargo, con el paso de los años su figura fue rescatada por lectoras y críticos que vieron en ella una precursora del feminismo literario latinoamericano.

Su poesía, de tono confesional y rebelde, se mueve entre la sensualidad, la irreverencia y una búsqueda de libertad radical. Su voz resuena con fuerza en cada poema, como una afirmación de existencia, deseo y dignidad, frente a los corsés de la tradición patriarcal y religiosa. Su obra, breve pero intensa, ha sido finalmente reconocida como una de las más audaces y necesarias de su tiempo.

Uno de sus poemas más representativos es este “Grito indomable”, donde se concentra toda la energía insurrecta que la define.


GRITO INDOMABLE

Cómo van a verme buena
si me truena
la vida en las venas.

¡Si toda canción
se me enreda como una llamarada!

y vengo sin Dios
y sin miedo…
¡Si tengo sangre insubordinada!

Y no puedo mostrarme
dócil como una criada,

mientras tenga
un recuerdo de horizonte,
un retazo de cielo
y una cresta de monte!

Ni tú, ni el cielo
ni nada
podrán con mi grito indomable.


La libertad como estallido

Cómo van a verme buena
si me truena
la vida en las venas.

Desde el primer verso, María Calcaño rompe la expectativa moral con una declaración furiosa y electrizante. Su poema es un cuerpo vibrante que se niega a ser contenido. No es “buena” porque en su sangre no corre sumisión, sino un latido rebelde y visceral. Esa oposición entre la imagen social de la “mujer buena” —callada, obediente, domesticada— y su yo poético resulta insostenible.

¡Si toda canción
se me enreda como una llamarada!

La metáfora de la llamarada —la canción como fuego que se enreda— revela cómo incluso la belleza está cargada de pasión salvaje. Aquí no hay espacio para lo tibio, lo moderado, lo correcto. La voz femenina se afirma desde la fuerza de la vida, no desde el deber.

y vengo sin Dios
y sin miedo…
¡Si tengo sangre insubordinada!

No hay herejía mayor para una mujer de su tiempo que afirmar que viene “sin Dios y sin miedo”. Calcaño se atreve a formularla como quien lanza una antorcha al centro del altar. Es un acto de insubordinación metafísica: ni religión, ni pudor, ni castigo son ya eficaces para domar su grito.

Y no puedo mostrarme
dócil como una criada,

El poema rechaza la sumisión doméstica —ser criada, obediente, funcional— y en su lugar propone una ética de la naturaleza y la amplitud:

mientras tenga
un recuerdo de horizonte,
un retazo de cielo
y una cresta de monte!

Es decir: mientras le quede un vestigio de libertad, un asomo de paisaje, un respiro de lo alto, no cederá a la obediencia. El horizonte es aquí símbolo del deseo inextinguible de ser más, de ir más allá, de no quedar atrapada entre paredes.

Ni tú, ni el cielo
ni nada
podrán con mi grito indomable.

En este cierre, María Calcaño reafirma su inquebrantable autonomía. “Tú” —el amante, el hombre, la sociedad— y “el cielo” —la religión, el castigo, la moral— no podrán silenciarla. Su grito, lejos de ser una queja, es afirmación; es canción, resistencia y libertad encarnada.

Este poema es más que un ejercicio poético: es una declaración política, íntima y ética. María Calcaño nos deja una lección imperecedera: no hay mayor escándalo que una mujer libre, ni mayor belleza que un alma que arde sin permiso.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016), Camino sin señalizar (2022) y El sicario del Sacromonte (2024).

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