Ceremonia de mujeres. Catherine Robbe-Grillet (Jeanne de Berg)

Cuando Catherine Rstakian se casó en 1957 con el entonces famoso autor francés Alain Robbe-Grillet, le ofreció como regalo de bodas un látigo de cuero trenzado de dos metros de largo para que lo utilizara con ella. La relación sadomasoquista entre la pareja no se hizo pública hasta la muerte del escritor, 50 años después. En 1956 había aparecido un extraño libro de temática sadomasoquista titulado La imagen, firmado con el seudónimo de Jean de Berg; los iniciados lo atribuyeron al propio Alain por el tratamiento del sexo de forma fría y objetiva. En 1985 apareció Ceremonia de mujeres, esta vez firmado como Jeanne de Berg: la temática era la misma, el estilo seguía manteniendo los preceptos del nouveau roman. Hasta 2002 no se supo que la autora de las dos novelas era la esposa, Catherine Robbe-Grillet.

Recordemos que el movimiento literario del nouveau roman, cuyo padre y principal teórico fue Alain Robbe-Grillet, defendía la supresión de las explicaciones psicológicas, la postura omnisciente del escritor o la profundidad de los personajes, entre otras elementos de ruptura con la narrativa tradicional. Leyendo las dos novelas sadomasoquistas de Catherine Robbe-Grillet uno cree que la pareja realmente pensaba así en su vida normal, que esta subjetividad defendida desde la pura teoría ahondaba en las prácticas sexuales que tenía el matrimonio y cuyo éxito privado nadie podía sospechar: en su castillo normando del siglo XVII, la pareja organizaba fiestas libertinas a las que acudía la flor y nata de la más subversiva intelectualidad europea.

En los años setenta, Catherine Robbe-Grillet, animada por su marido, pasó a llevar el mando del látigo y se convirtió en una prestigiosa Dómina y maestra de ceremonias. Para deleite de su esposo, espectador pasivo, montaba sofisticados espectáculos sadomasoquistas, muy teatralizados, en los que era más importante la estética que la propia sexualidad, aunque naturalmente ésta subyaciera en las sesiones. Ceremonia de mujeres es, precisamente, un pequeño catálogo de esos ritos, como una pequeña memoria que la escritora quiso dejar como recuerdo de su fantástica forma de concebir el sexo.

Ceremonia de mujeres. Jeanne de Berg. Catherine Robbe-Grillet. Reseña de Cicutadry
Catherine Robbe-Grillet en 1963, protagonizando la película El inmortal, de su marido Alain Robbe-Grillet

La autora sorprende con un primer capítulo de fuerte contenido sexual explícito: aparece ya como reputada Dómina que visita un local sadomasoquista de Nueva York para hombres. El lugar es oscuro, lúgubre. Describe algunas escenas que encuentra mientras va camino de un cuarto privilegiado, el sancta sanctorum del local. Cuando llega allí, completamente a oscuras, contempla la siguiente escena:

De pronto alguien rasca una cerilla y durante un breve instante puedo ver lo que pasa: unos hombres con la bragueta abierta orinan sobre otros hombres arrodillados, en cuclillas o tumbados al pie de una pared de cerámica sobre la que corre el agua en capas regulares. El sancta sanctorum es, pues, las letrinas (de ahí el nombre del establecimiento «Toilet»). En tres o cuatro ocasiones, a la luz fugitiva de una cerilla o un encendedor, puedo ver la misma escena y también un gran panel de madera perpendicular a una de las paredes, calado de agujeros redondos por donde los hombres meten su sexo en bocas o nalgas anónimas.

Catherine Robbe-Grillet no juzga lo que ve (el respeto en el mundo sadomasoquista suele ser máximo), pero contrapone esta escena a las escenas que ella misma organiza, a la forma que tiene de entender el sadomasoquismo, digamos más a la europea, más refinado, más ornamental. El resto de la novela será la descripción casi aséptica de esta especie de performance en la que ella basa sus encuentros sexuales.

Creo que la novela puede ser aburrida para quienes no estén iniciados en el conocimiento de este mundo. Lejos de la imagen violenta que se suele dar del sadomasoquismo, es ésta una práctica cuyo placer mental supera en mucho a lo físico. Pero esta circunstancia hay que explicarla. Desgraciadamente, Catherine Robbe-Grillet se mantiene fiel a los postulados narrativos de su marido y no da una sola pista sobre sus emociones; es más: la descripción de las ceremonias está contada de manera que las propias personas parecen objetos, lo cual no va muy desencaminado en un mundo en el que se considera una buena Dómina aquella que usa a sus sumisos como objetos.

El lector de novelas eróticas suele buscar el placer en el detalle, tanto físico como emocional. Por eso hay que advertir que aquí el placer de la lectura se obtiene de la comprensión de aquello que no se nos cuenta, sino que debemos intuir: la mente de la Dómina y las motivaciones últimas de los sumisos.

Leer Ceremonia de mujeres es una forma de reconciliarse con el verdadero espíritu del sadomasoquismo procedente del Marqués de Sade y de Sacher-Masoch. Quien crea saber algo de estas prácticas sexuales después de leer las novelas de Grey y demás sucedáneos, va a darse cuenta que estos libros son inocentes cuentecillos infantiles comparados con la realidad que se vive en una sesión de verdad, y que Catherine Robbe-Grillet describe con verdadera pasión por el detalle.

Bien alejada de lo sórdido y de las explicaciones oscuras sobre este tipo de deseo, la escritora ofrece una puesta en escena ritualizada donde las inmovilizaciones, los silencios, los juegos para la vista y la ornamentación ofrecen más la idea de cuadros vivientes que de orgía. ¿Dónde está entonces lo sexual? Lo sexual es lo que mantiene todo, la razón de cada gesto, de cada conducta.

No es tanto el presente como la distancia con el presente, y en eso reside la fascinación que crea esta obra: estamos acostumbrados a que la sexualidad sea puro presente, lo inmediato, incluso lo perentorio. En el sexo que inventa y describe Catherine Robbe-Grillet casi todo es prolegómeno y el resto es un diferimiento del placer, pero el acto sexual en sí es casi un flash, un fogonazo de éxtasis, un instante congelado, místico. Casi todo es antes y después, no durante. De ahí que más arriba hablara del placer mental por encima de la fisicidad que se le suele suponer al sexo. Si lo pensamos bien, los rituales sadomasoquistas que ofrece esta novela no están muy alejados de las ceremonias propias de las geishas.

Catherine Robbe-Grillet actualmente es una anciana de 83 años, cuya popularidad aún no entiende. «Me definiría como una señora mayor muy decente, en la que no se fijaría uno por la calle, que detrás de esa apariencia muy decente tiene unos deseos y unas formas de ser que no lo son». Ella sigue escribiendo sofisticadas escenas sadomasoquistas en su castillo de Normandía, pero ya no las lleva a la imprenta. No cobra por ello, no acepta ningún tipo de imposición o prejuicio. Lo hace cuando quiere y porque quiere. Ella es su propia fantasía, su propia novela.

Ceremonia de mujeres. Jeanne de Berg. Catherine Robbe-Grillet. Reseña de Cicutadry
Catherine Robbe-Grillet en la actualidad, junto a su sumisa, la actriz Beverly Charpentier, con quien convive desde hace años en su castillo de Normandía

Ceremonia de mujeres. Catherine Robbe-Grillet (Jeanne de Berg). Tusquets.

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Acerca de José Luis Alvarado

Dijo el sabio griego que nada es comunicable por el arte de la escritura; tras apurar la copa de seca cicuta, su discípulo dilecto lo traicionó y acaso lo perfeccionó transmitiendo por escrito sus irónicos conocimientos.Como antes hiciera Montaigne, pienso que la obra de un autor se prolonga y modifica cada vez que se escribe sobre ella. La memoria, que fue oral y minoritaria, ahora se multiplica con cada palabra que integra y justifica el continuo universo, también llamado la Red.

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