Corrección, de Thomas Bernhard: una trama filosófica sobre el horror vacui.

Antes de leer Corrección,de Thomas Bernhard, sabía que se trataba de una novela complicada y difícil de leer. Sin embargo, he de decir que me he alegrado de haberla terminado pues tiene algo que consigue atrapar y fascinar al lector.

Si tuviera que definir con un adjetivo a Corrección diría que se trata de una novela filosófica. Tras sus páginas resulta posible hallar la huella de Wittgenstein, por un detalle del que más tarde hablaré, pero también puede encontrarse el rastro de Martin Heidegger con su retórica de la inmersión en el tiempo y del ser para la muerte.

Aunque ya lo habrán sospechado, Corrección no tiene una trama como tal, es más bien una meditación filosófica.

En su conjunto, Corrección es una novela impresionante, construida a conciencia con un alto grado de complejidad, pero es imprescindible para los lectores interesados en la obra de Thomas Bernhard.

Argumento de Corrección de Thomas Bernhard

Los personajes de la novela, publicada en 1975, son tres antiguos compañeros de escuela de la Alta Austria: el narrador, Roithamer y Höller.

Del primero ni siquiera llegamos a conocer su nombre. Solo sabemos que es un profesor de ciencias que llega a Austria después del suicidio de su amigo Roithamer para ordenar las notas dejadas por el difunto.

En la primera parte de la novela, el narrador, que está poniendo en orden los papeles de Roithamer, nos cuenta la historia de su amigo mientras se aloja en el mismo lugar que estuvo Roithamer hasta el día en que se suicidó.

Dicho lugar es la casa del taxidermista Höller, situada en la garganta del Aurach, una construcción arriesgada que está encajonada en un desfiladero al mismo filo del río Aurach y que corre el riesgo de inundarse ante cualquier crecida. Roithamer la consideraba el sitio perfecto para trabajar en un proyecto completamente rocambolesco del que hablaré a continuación.

En la segunda parte de Corrección, toma la palabra como narrador el propio Roithamer a través de las anotaciones hechas en sus documentos. Así es como conocemos en detalle la obra de Roithamer, textos que sometió a una radical redacción, sistemática reescritura, y una obsesiva revisión y corrección antes de su muerte.

La trama de Corrección se basa en docenas de repeticiones y el fortalecimiento continuo del hilo principal. Este hilo, esto es, el núcleo de la novela, parte de una excéntrica decisión de Roithamer quien, habiendo heredado de sus padres la odiada propiedad en el Altensam austríaco (valle de Aurach), decide vender la casa y usar el dinero para construir un hogar para su amada hermana, Stozek. Roithamer.

Similitudes entre El Cono y la Kundmanngasse.

Aquí hago un inciso para establecer una analogía entre esta parte de la trama con la Kundmanngasse (casa Stonborough) que el famoso filósofo Ludwig Wittgenstein mandó construir para su hermana y que acabó rediseñando él mismo en su afán por hacer algo especial. En la novela, lo que plantea Roithamer es construir un peculiar edificio en forma de cono situándolo en el centro geométrico del bosque Kobernausserwald.

Mientras el narrador anónimo trata de desentrañar las claves del legado de su amigo Roithamer, la trama de Corrección va girando en una espiral continua que solo puede conducir a un punto: la autodestrucción y, por tanto, la muerte.

Seis años de la vida de Roithamer dedicados a construir la residencia perfecta para su hermana, el lugar donde planea su “felicidad suprema. Es decir, una especie de misticismo hipnótico en el que Roithamer se destruye a sí mismo mientras construye lo que pretende ser un sueño, el ideal de todas las construcciones.

Su incesante perfeccionismo, sus continuas correcciones al proyecto, hacen que su hermana no llegue nunca a habitar el cono, pues muere antes de que pueda ver el proyecto terminado. Al enterarse de la muerte de su hermana, Roithamer se suicida.

El lector de Corrección acompañará el intento de reconstruir la desintegración de la personalidad de un genio que se obliga constantemente a corregir sus pensamientos antes de que este proceso sea interrumpido por la corrección adecuada: la muerte. La única conclusión lógica de la vida es negar tu propia existencia.

La siguiente cita puede resumir lo arriba comentado:

“… destruyó de nuevo, al empezar a corregirlo y volver a corregirlo una y otra vez, aniquilándolo en definitiva y finalmente, durante su estancia aquí, en la buhardilla de los Höller, después de la muerte de su hermana, aniquiló mediante su corrección incesante, como él creía, corrigió a muerte, aniquilándolo así, como él creía, pero como yo sé y como he comprobado ahora en el poquísimo tiempo que he estado en la buhardilla de los Höller, no lo aniquiló con la más despiadada y, por ello, la más completa de las correcciones, sino que lo convirtió en un estudio totalmente nuevo, porque la destrucción del estudio por su mano, por su aguda inteligencia, actuando de la manera más despiadada con ese estudio, equivalió sólo, sin embargo, a la creación de un estudio totalmente nuevo, corrigió su estudio no, como creía, hasta aniquilar ese estudio, sino hasta que surgió un nuevo estudio.”

Aspectos estilísticos de Corrección de Thomas Bernhard

Corrección está construida con frases largas, sinuosas y repetitivas. No existen los puntos y aparte, y apenas encontraremos puntos y seguido. Sin embargo, esa forma de escribir imprime un ritmo peculiar que logra (en mi caso lo hizo) engancharnos en ese flujo continuo del pensamiento del narrador. Las repeticiones, logran un efecto contrario al que puede producirse en una novela normal. Partimos de la base, claro, de que esta no es una novela normal, ni Thomas Bernhard un autor cualquiera.

Un ejemplo de esta prosa puede verse en el siguiente fragmento:

«Cuando estemos obsesionados por una idea, porque nos hemos ocupado de realizar esa idea, porque nos hemos ocupado de esa idea continua e ininterrumpidamente y siempre en el más alto grado, nos hemos concentrado siempre en esa idea (véase el Cono), no hemos sido ya más que concentración en esa idea, cuando podemos hacer realidad lo que hemos previsto, aunque nos hayan tenido por tan locos como quieran y nosotros mismos nos hayamos tenido por locos, por tener esa idea. Cuando, en contra de todo, se ha logrado la realización de la idea. Cuando no hemos escuchado nada durante años, durante decenios, sólo esa idea con la que somos idénticos. Sólo alcanzamos aquello en lo que nos concentramos al ciento por ciento y, de hecho, también con nuestro llamado subconsciente, cuando durante un tiempo larguísimo, hasta el momento de conseguir nuestro objetivo, no escuchamos más que ese objetivo. Cuando tenemos conciencia siempre del hecho de que todo ha conspirado siempre contra nuestro objetivo, de que todo, salvo nosotros y, muy a menudo, también muchas cosas dentro de nosotros, no es más que una conspiración contra nuestro proyecto, contra nuestro objetivo. Cuando somos despiadados y de lo más despiadado contra todo lo que obstaculiza nuestro trabajo hacia nuestro objetivo, lo que torpedea nuestro objetivo, cuando, en definitiva, tomamos posición contra nosotros mismos, porque tampoco nosotros creemos ya, en contra de toda esa resistencia y, por tanto, repugnancia hacia nuestro objetivo, que abarca, que lo abarca todo, poder alcanzar nuestro objetivo, porque continuamente nos vemos acometidos por las dudas sobre nosotros mismos y, por ello, de nuestro objetivo, y somos debilitados por esas dudas, lo que nos hace parecer imposible alcanzar nuestro objetivo, pero no debemos dejarnos apartar de nuestro objetivo por nada, nada está subrayado, lo mismo que yo jamás me he dejado apartar de mi objetivo, así Roithamer, porque, así Roithamer, todo está siempre en contra de todo objetivo.«

La narrativa de esta obra, y por tanto de lo más interesante del libro, es su auténtico horror vacui (miedo al vacío), una búsqueda temperamental de las palabras, o para decirlo sin rodeos, un monólogo de apnea deletreado por un narrador anónimo. Aquí es donde suceden los milagros en la narración: las citas se mezclan con un discurso aparentemente indirecto y las interjecciones del hablante como si Bernhard quisiera mostrar en el cuerpo del texto que nunca tendremos acceso completo, ininterrumpido, es decir, mediación, a otra persona.

La turbidez del relato corresponde así a la turbidez epistemológica. En cierto modo, las notas dejadas por Roithamer son una metáfora de la vida en la que un hombre que busca la perfección (el gran tema recurrente en la obra de Thomas Bernhard), se corrige constantemente y cambia.

En ese sentido Corrección puede considerarse como una novela transformadora, con un punto de moralidad. La soledad, el rencor, el desprecio, el ansia de perfección parecen cuajar en un paisaje que a primera vista podría parecernos más idílico que hostil pero que Thomas Bernhard nos transforma hasta darle la vuelta como un calcetín.

El lenguaje de Thomas Bernhard incluye deliberadamente errores de sintaxis y construcción. Después de todo, Corrección es una novela sobre una debilidad mezquina y obstinada que es el reverso inherente de lo que es perfecto. En este contexto, sin embargo, destaca la trama del título, es decir, una corrección que se eleva al rango de la metáfora de Thomas Bernhard sobre la vida como un proceso de recuperación.

Este motivo permite situar la filosofía del hombre de Bernhard en el contexto de los existencialistas y leerla no solo en compañía de Sartre o de Heidegger, sino también de Gombrowicz. Podemos cansarnos un poco al leer Corrección de Thomas Bernhard, pero se trata de una fatiga extrañamente adictiva. El dominio del lenguaje de esta novela, con su forma y energía, afirma la vida en mayor grado que en sus otras grandes novelas.

Corrección. Thomas Bernhard. Alianza Editorial.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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