El coleccionista, de John Fowles: el primer thriller psicológico.

Portada de El coleccionista-John Fowles

Catalogada como un thriller psicólogico, El coleccionista, de John Fowles, nos introduce en la historia de dos personajes protagonistas: un secuestrador llamado Frederick Clegg y su víctima Miranda. El primero nos muestra el lado irracional del ser humano. La segunda nos muestra a una víctima dispuesta a cualquier cosa por recuperar su libertad.

La originalidad  de El coleccionista radica en cómo John Fowles nos introduce en el terror más angustioso a través de los pensamientos de los dos personajes. El autor realiza una auténtica disección psicológica mediante la que llegamos a conocer la lógica que rige las mentes del secuestrador y su víctima.

En ciertos pasajes de El coleccionista tuve la sensación de que John Fowles pretendía transmitir una cierta empatía hacia Frederick, pero creo que es muy complicado que el lector llegue a sentir ni un ápice de esa empatía. Tal vez, a lo sumo, hay momentos en los que uno siente cierta pena por él.

No ocurre lo mismo, lógicamente, con Miranda, una chica joven, despierta y muy inteligente, con una posición social y una cultura muy superior a la de Frederick, que identificamos más bien con el típico funcionario gris, sin inquietudes ni aficiones, si exceptuamos su colección de mariposas.

En esta novela John Fowles utiliza los puntos de vista de Frederick y Miranda, él narrando su versión de los hechos en primera persona y ella a través de las páginas de un diario. Con una habilidad notable, el autor trata de guiar al lector por un camino sinuoso en el que el punto de vista puede resultar crucial pese a que al lector no le quepan dudas de hacia dónde se inclinan sus simpatías.

Desde sus primeras páginas, hay una violencia latente y contenida que irrita y confunde al lector. Esto es porque como lectores vemos a un personaje, Frederick, cuyos criterios morales no ven nada malo en tener retenida a Miranda en contra de su voluntad. Y lo que es más: dentro de su lógica implacable, Frederick aspira a que Miranda se enamore de él.

Esta notable novela, que se ganó desde su publicación en 1963 el favor del público tuvo una notable adaptación al cine apenas dos años después de su publicación de la mano del gran William Wyler. Nos permite comprender la psicología y el desarrollo de sus dos personajes principales.

En El coleccionista comenzamos conociendo a Frederick Clegg, un joven solitario con un humilde trabajo en una oficina estatal a quien le cambia la vida tras ganar una lotería que le permite retirarse de su trabajo.

Sabemos acerca de su obsesión por las mariposas, que colecciona escrupulosamente. Quizá este sea un adelanto que nos ofrece el autor acerca de cómo se desarrollará el personaje, que siente una especial atracción hacia Miranda Grey, una joven que conoce de vista, pero con la que no ha tenido contacto. Una esperanza crece en la mente de Frederick: que Miranda se termine enamorando de él.

Como ya he mencionado, el primer giro abrupto en la vida de Frederick se produce cuando gana una fortuna en apuestas deportivas. Aunque consigue mejorar significativamente su nivel de vida, despidiéndose de su trabajo y yéndose a vivir a la campiña, no puede dejar de lado su obsesión por Miranda.

Podemos ver a Frederick en un estado obsesivo que va en aumento, especialmente cuando comienza a planear el secuestro de Miranda detalladamente, introduciéndonos en una mente retorcida y espeluznante.

Al llevar a cabo su plan y lograr su objetivo, conseguimos ver una etapa más de la mente de este personaje, en un límite complicado de entender para una persona mentalmente sana. De forma magistral, John Fowles nos introduce también en la mente de la víctima, de modo que nos hace ver sus sentimientos y desesperación ante un acontecimiento que no puede dominar.

Poder analizar al secuestrador y a la secuestrada, desde sus propias sensaciones, consigue mantener al lector en una constante intriga. Vemos a un Frederick que no es capaz de dimensionar el mal que está provocando al privar de libertad a Miranda. Desde su punto de vista no hay nada malo en su actitud porque según su percepción, su obsesión persigue un deseo noble: seducir a Miranda, pero no de cualquier manera, pues su deseo ferviente es que ella se enamore de él, que lo quiera por lo que es, y que no se entregue de una forma forzada, es decir, que no lo haga por puro miedo.

La visión de Miranda, en cambio, nos transmite la desesperación por querer escapar de un loco poco común. Al comprobar que su raptor no representa las ambiciones de un depredador sexual, queda confundida e, incluso, llega a sentir lástima por él. Aquí podemos ver un ejemplo claro del conocido síndrome de Estocolmo.

Aunque la víctima llega a ver como una solución matar a su secuestrador, sus criterios morales se lo impiden, y no tarda en sentirse culpable por tener esos pensamientos. En un momento de la obra el captor está fervorosamente convencido de que va a lograr su objetivo, casi poético, de enamorarla, comparándose con Calibán, un personaje de La tempestad de Shakespeare.

Tal vez, uno de los errores de Miranda sea pensar que, seduciéndolo, obtendrá la libertad tan deseada, sin saber que esto va a alimentar más los instintos de posesión de Frederick, que deseará su permanente cautividad.

Al final, el objetivo de ambos personajes de la novela se derrumba en el momento en que Miranda enferma y muere. Ella no puede deshacerse de su captor y, por su lado, Frederick, ve que su obsesión termina su vida sin enamorarse de él.

Aunque el joven llega a pensar en quitarse la vida, como suele suceder en las tragedias literarias, al comprobar por medio de su diario que ella nunca lo amó, nos muestra un paso más en el desarrollo de un criminal serial al plantearse un nuevo secuestro. Es así como el coleccionista de mariposas comienza su nueva andadura como coleccionista de mujeres secuestradas, un final completamente perturbador.

En conclusión, El coleccionista es una novela inquietante, que nos mantiene en una constante intriga desde la psicología de dos personajes completamente opuestos. Toda una obra maestra que debe leerse.

El coleccionista. John Fowles. Editorial Sexto Piso.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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