En esta obra de Hermann Hesse, El juego de los abalorios, podemos ver el deseo del propio autor de encontrar una forma de integrar el todo en algo sencillo, en este caso un juego. En este juego se pueden adaptar todo tipo de conocimientos —científicos, culturales, musicales—, ya que se pueden traducir al lenguaje propio del juego.
La novela está ambientada en un lejano siglo XXV, en Castalia, la gran sede del conocimiento y la cuna del citado juego, al que solo se puede entrar por selección, que se hace observando cuidadosamente a todos los niños para encontrar el talento extraordinario que sea digno de este honor.
Para ser capaz de todo y estar versado en todo, se necesita no ya un menos de energía anímica, de impulso y calor, sino un más.
Sin embargo, Castalia se siente demasiado cómoda en su mundo elitista y ficticio, a costa del Estado. Por ello, el protagonista de El juego de los abalorios reflexiona sobre la legitimidad de dicho lugar y sus normas, contrastando sus propias experiencias con las del «mundo real».
El juego de los abalorios: un análisis
El juego de los abalorios (1943) fue la última novela publicada por Hermann Hesse y combina la expresión formativa, siempre presente en su obra, con una visión milenaria que supone la culminación de la creatividad humanística y literaria del autor.
La historia se nos cuenta desde un futuro lejano por un narrador anónimo. La trama gira en torno al extraño juego que le da título, y está vinculado con la llegada del Tercer Reino del Espíritu, que contiene todos los contenidos y valores de la cultura y une a todas las edades de la humanidad.
Cuando Hermann Hesse escribió El juego de los abalorios el futuro de Europa parecía poco halagüeño e indeterminado, pues la mayor parte de los países europeos estaban sometidos a una brutal guerra, lo que unido a la decadencia cultural del siglo XX, llevó a su autor a reunir en este libro todo su pensamiento en forma novelada.
Así pues, El juego de los abalorios puede considerarse como un compendio en el que Hermann Hesse nos presenta todas sus temáticas habituales: la educación, la juventud y el paso a la madurez, la espiritualidad, la filosofía oriental o la crítica al academicismo más rígido aparecen de forma más o menos explícita en esta obra.
El juego de los abalorios y la ciencia ficción
Puede resultar extraño para el lector de Hermann Hesse que no conozca esta obra que se adentra en el terreno de la ciencia ficción. Y resulta extraño, entre otras cosas, porque como muchos géneros, este es considerado menor.
Sin embargo, aunque Lo que Hermann Hesse parte de una especie de sociedad utópica, en el sentido de que es aparentemente perfecta, el objetivo del autor en El juego de los abalorios no es otros que darle la vuelta a ese modelo de sociedad y mostrarnos sus costuras mediante una crítica que trasciende lo intelectual.
De hecho, la sociedad de Castalia está formada por una orden intelectual de carácter monástico, cuya misión es preservar el patrimonio intelectual y cultural de la humanidad.
Recuérdalo: se puede ser un lógico estricto o un gramático y, al mismo tiempo, estar colmado de fantasía y de música. Se puede ser músico o jugador de abalorios y, contemporáneamente, estar entregado por entero a la ley y a la regla.
El juego de los abalorios: la utopía educadora
Castalia es el nombre que utiliza Hermann Hesse para el bautismo de la región, en honor al manantial del mismo nombre en la mitología griega, como símbolo de la utopía que sustituirá a la era de la guerra y la mediocridad, objetivo que, según se nos narra, llevó más tiempo del esperado.
Al igual que el Vaticano laico, Castalia es un lugar reservado exclusivamente al ejercicio del intelecto, un micromundo académico sustentado en la teoría, el análisis, la interpretación y el debate, donde no hay política, economía ni tecnología, pero tampoco acción, creatividad, experimentación u originalidad. Lo que ya existe se conserva, pero no se crea nada nuevo.
Y justo ahí es donde aparece el lado “educador y moralizante” de Hermann Hesse y donde concentra todas sus críticas. El protagonista de El juego de los abalorios, además de convertirse en un maestro del juego, desarrollará habilidades propias que contrastan con las normas de su sociedad. Se convertirá en un iconoclasta que se cuestiona la Orden y su dudosa utilidad cuando todo ese conocimiento no se transmite hacia el mundo exterior, intentando de esa forma cambiar el mundo. Esos planteamientos llevarán al protagonista a tomar una decisión trascendental para Castalia.
Tema central del libro
El tema central del libro son los «juegos», que consisten en una serie de rituales y competiciones colectivas, en los que el objetivo es tomar decisiones y realizar su relevancia según unas reglas escritas en una especie de ideogramas que podían ser interpretadas por un conocimiento académico aparentemente independiente.
Lo que ahora llamamos pensamiento lateral, o pensamiento horizontal, era impensable cuando Hesse escribió el libro, y el autor del mismo lo describe como un golpe de genio. Nos permite resolver situaciones y cuestiones no solo de forma superficial, y encontrar relaciones inimaginables entre elementos aparentemente independientes. Esto permite adquirir nuevos conocimientos, estudiarlos y compararlos.
Con este enfoque, Hesse genera la idea de que diferentes disciplinas y temas pueden codificarse y relacionarse a través del juego de los abalorios, como si se tratara de construir un juego competitivo que solo puede ser jugado por un pequeño número de competidores porque depende de su bagaje intelectual.
El objetivo de Hesse era la idea de experimentar diferentes vidas en un solo ser humano arquetípico, existente en una época en la que la humanidad había alcanzado un alto nivel espiritual.
El juego de los abalorios. Hermann Hesse. Alianza Editorial.