Fiesta, de Ernst Hemingway: la punta del iceberg

Fiesta, de Ernst Hemingway. Reseña de Cicutadry

Fiesta fue la novela que supuso el primer gran éxito en la carrera literaria de Ernst Hemingway. Publicada en 1926 con el título original de The Sun Also Rises, aparecería un año después en Londres con el título con la que es conocida también en castellano, Fiesta. Esta obra no sólo encumbraría al escritor norteamericano; también fue el primer retrato literario de las andanzas europeas de lo que Gertrud Stein bautizó como la generación perdida, de la que Ernst Hemingway sería uno de los grandes protagonistas.

El asombroso estilo de Hemingway

Acaso Fiesta destaque, ante todo, porque supuso la introducción definitiva en el mundo de la novela de una forma determinada de escribir. Ernst Hemingway era un escritor directo, que narraba -aparentemente sin filtros- vivencias propias y ajenas, casi como si se tratara de un reportaje periodístico. Y decimos que lo hacía de forma aparente porque detrás de ese enfoque minimalista hay un claro afán de depurar la información que quiere transmitir al lector.

Como buen escritor del idioma anglosajón, la pasión de Ernst Hemingway se concreta en narrar y narrar. No hay un solo motivo que lleve al autor a lucirse con las palabras. O mejor dicho, el lucimiento consiste en contarle hechos al lector sin que se dé cuenta que están mediando unas palabras, una elaboración retórica. En definitiva, sin que se vea la tramoya.

¿Cuál es el secreto del estilo de Hemingway? Que no hay lugar a la interpretación ni discusión explícita en lo narrado. Aquí es donde radica el éxito de las novelas de Ernst Hemingway: que parecen narraciones orales y veraces. No hay que olvidar que uno de los grandes atractivos de la literatura es la verosimilitud, y aún más en aquellas décadas del siglo XX subsiguientes a la Gran Guerra.

En un momento en que la realidad se muestra descarnada, en el que el antiguo romanticismo ha desaparecido y se trata de vivir la vida de la forma más inmediata posible, la inmediatez en la literatura se convirtió en un valor añadido. En este sentido, el que Ernst Hemingway fuera periodista en el momento en que escribió Fiesta posiblemente ayudó a labrarse este peculiar estilo.

Peripecias de falsos exiliados

Hay un diálogo de Fiesta que viene a resumir el planteamiento inicial de Hemingway que, como veremos, quedaría ahogado por los elementos circunstanciales de la novela:

-El café te sentará bien. Contiene cafeína, ésa es la clave. La cafeína hace que el hombre se suba por las paredes y que la mujer baje a su tumba. ¿Sabes cuál es tu problema? Eres un expatriado. Un expatriado de la peor especie. ¿No te lo habían dicho nunca? Nadie que haya dejado su país natal ha logrado escribir algo digno de ser publicado. Ni siquiera en los periódicos.

Se bebió el café.

-Eres un expatriado –continuó-. Has perdido el contacto con la tierra. Te has vuelto un cursi. El falso estilo de vida europeo te ha llevado a la ruina moral. Te matas bebiendo. Estás obsesionado por el sexo. Te pasas el tiempo hablando y sin dar golpe. Eres un expatriado. ¿Lo ves? Te pasas la vida yendo de un café a otro.

-Parece que me estoy dando la vida padre –exclamé-. ¿Cuándo crees que trabajo?

-No trabajas. Hay quienes dicen que te dejas mantener por las mujeres. Pero otros afirman que eres impotente.

De acuerdo con la teoría del iceberg, que popularizaría Hemingway, lo que plantea Fiesta en la superficie es la voluble y poco productiva vida de algunos norteamericanos en Europa, en particular, en París. De todos es conocida la estancia de tantos artistas en la capital francesa en la década de los veinte. Esta sería la punta del iceberg de la historia que encierra Fiesta: la vida “a la europea” de estos conocidos estadounidenses. Pero en la novela hay mucho más.

Entre amigos y borracheras

¿Viven realmente Hemingway y sus amigos “a la europea”? Precisamente, esta media verdad que plantea la novela es lo que la hace tan sugerente. Para que nuestros lectores se puedan situar diremos que Fiesta, básicamente, cuanta la historia de un grupo de cinco amigos –cuatro hombre y una mujer- estadounidenses, que viven en Paris y que deciden reunirse en Pamplona con motivo de la fiesta de San Fermín. Naturalmente, el protagonista es el propio Ernst Hemingway, asiduo visitante de los sanfermines. De hecho la historia se cuenta desde su punto de vista, absolutamente periodístico.

Cuando Hemingway dice que son unos expatriados a la europea lo que realmente quiere decir es que desarrollan una vida que sería casi imposible en Estados Unidos. Por decirlo en breves palabras, sus vidas consisten en ir de un bar a otro, mantenerse permanentemente borrachos y disfrutar de toda la fiesta posible. Y en ese sentido, hay pocos países más dados al alcohol y a la fiesta que España.

Lo que viene a narrar Ernst Hemingway, muchos años antes que Fellini, es la dolce vita. De ahí que Fiesta haya sido un referente para miles de estadounidenses que han recalado en España en busca de eso mismo que Hemingway les contaba en esta novela. Página tras página observamos el dolce far niente que son las vidas de estos personajes que son tan reales como la vida misma, porque ciertamente eran así: Hemingway solo les cambió los nombres.

La solidez del iceberg

¿Y qué más ahí debajo de esa dolce vita narrada en Fiesta? Pues aquello en lo que Hemingway en ningún momento se recrea, de lo que no habla en ningún momento pero que subyace en toda la novela: la ruina moral, un mundo de ilusiones perdidas, de amores sin sentido, de absoluta falta de brújula. Fue la vida de los años veinte, la vida de todas las épocas que siguen a un gran conflicto o una gran crisis. La vida de lo que ahora se denomina cultura del pelotazo.

Hay que leer Fiesta para comprender que este tipo de narración se repite de forma recurrente -en la realidad- a lo largo de la historia. Este es, sencillamente, el verdadero éxito de Ernst Hemingway: su atemporalidad. Y a esto sumaba su proverbial capacidad para no juzgar en su literatura, su aparente superficialidad, su distancia frente a lo narrado, que invita a sus lectores a múltiples lecturas, una por cada lector. En definitiva, la ficción servida como una forma más de realidad.

Fiesta. Ernst Hemingway. Debolsillo.

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Acerca de José Luis Alvarado

Dijo el sabio griego que nada es comunicable por el arte de la escritura; tras apurar la copa de seca cicuta, su discípulo dilecto lo traicionó y acaso lo perfeccionó transmitiendo por escrito sus irónicos conocimientos.Como antes hiciera Montaigne, pienso que la obra de un autor se prolonga y modifica cada vez que se escribe sobre ella. La memoria, que fue oral y minoritaria, ahora se multiplica con cada palabra que integra y justifica el continuo universo, también llamado la Red.

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