Intemperie. Jesús Carrasco

Intemperie. Jesús Carrasco

He leído este libro empujado por la curiosidad, después de que distintas personas me lo recomendaran, tildándolo de formas tan variopintas como “novela negra”, “novela rural”, e incluso “western moderno”. Con estas presentaciones me animé a sumergirme, aunque un tanto confuso, en la lectura de un libro sin saber fehacientemente si me iba a encontrar con una novela de asesinos en serie al estilo nórdico, ahora tan de moda, o con una novela en torno al mundo rural desde una perspectiva cercana al mundo de Delibes, o si se trataba más bien de uno de esos libros al estilo de Marcial Lafuente Estefanía o de Zane Grey que antaño se podían encontrar en los quioscos de prensa. Lo sorprendente del asunto es que, tras terminar su lectura, comprobé que había un punto de verdad en aquellas descripciones y que la novela poseía algo de todo lo descrito anteriormente, aunque difícilmente se la pueda catalogar en ninguno de esos tres géneros.

Apenas comencé su lectura, resultaba evidente que la novela tenía un poso de negritud, de oscuridad conscientemente buscada por su autor. El mal acecha desde el comienzo de la narración, con un ritmo muy marcado que se mantendrá a lo largo de una historia y que, por consiguiente, no la convierte en una novela larga ni pesada. Antes al contrario, Jesús Carrasco logra imprimir un punto de suspense que, aunque no tarda en desvelarse casi desde el comienzo y en cierto modo resulta bastante previsible, logra mantener la atención. El texto, no demasiado largo, mantiene el ritmo de una forma acertada y hace gala de un lenguaje muy cuidado tanto estilísticamente como en su léxico, en el que el autor hace gala de su conocimiento de términos rurales, cuyas descripciones tan ricas y precisas seguramente habrían sido muy del gusto de Miguel Delibes.

Recuerdo haber leído alguna crítica que sugería una cierta similitud entre el estilo de esta novela y el de autores americanos como Faulkner o Cormac McCarthy. Si bien se pueden encontrar ciertos paralelismos, mi opinión es que eso no es del todo cierto, sin que eso suponga ningún menoscabo para esta obra en cuestión. Sí estoy de acuerdo en que el argumento tiene una cierta similitud con las temáticas de ciertas historias del oeste. Hay un niño, un viejo cabrero y un alguacil que conforman una terna en la que un personaje malo, representado el alguacil, está llamado a tener un enfrentamiento con el héroe de la historia, en este caso el niño, que a su vez recurrirá a la ayuda de un hombre experimentado, rudo, pero con buen corazón, encarnado en la figura del cabrero y que, como iremos descubriendo, llega a cobrar un afecto casi paternal por el muchacho.

De esta forma tenemos a tres personajes ubicados en un mundo inhóspito, árido, prácticamente estéril, un paraje de secano que, aunque no responde a ningún nombre ni ninguna localización precisa, bien podría corresponderse con un lugar de la meseta castellana. Toda la historia carece de nombres propios, ni personas ni lugares y causa una cierta sensación de atemporalidad. En ese contexto, Jesús Carrasco consigue que nos interesemos en la historia de un niño que huye de su pueblo y permanece escondido un día entero en un agujero sin que lleguemos a saber absolutamente nada de su pasado. Casi todo se intuye en este libro, lo que considero un gran acierto de Jesús Carrasco, que cuenta muchas historias sin necesidad de explicarlas, usando la elipsis como lo hacía el gran maestro John Ford en Centauros del desierto. En esta historia lo que importa siempre es el aquí y el ahora. No hay pasado, y poco sabemos del futuro, apenas una breve insinuación que no voy a desvelar ya que, a mi modo de ver, el autor debería haberla obviado para hacer la novela más coherente, más cerrada, más perfecta. Sabemos que el niño huye de un pueblo del que probablemente nunca ha salido, y su pretensión es dirigirse al norte. Solo, hambriento, asustado, en su camino a ninguna parte se topa con un viejo cabrero que apenas habla pero que, con toda su tosquedad parece comprender quién es el muchacho, por qué huye, y trata de ayudarlo primero con pequeños gestos, ofreciéndole un poco de leche, compartiendo con él su pan, dándole su compañía silenciosa. Poco a poco, el muchacho se integra con su nuevo compañero y los dos se van conociendo sin que apenas medien las palabras entre ellos. El hombre le explica algunas cosas de los animales, le enseña a ordeñar, le pide ayuda en momentos puntuales donde todo es siempre un aprendizaje. De este modo, el muchacho se aferra a este desconocido que, según intuimos, quizás sea la primera persona que lo trata con amabilidad. La aparición del cabrero modifica todos los esquemas del niño y, por eso, cuando aparecen de nuevo el alguacil y sus ayudantes en busca del niño, el cabrero, que también los conoce, toma definitivamente partido y decide ayudar al chico con todas sus consecuencias. Y las consecuencias serán ciertamente dramáticas.

Intemperie es una novela áspera, dura, en la que la violencia está siempre presente aunque no sea de una forma explícita. Hay un dilema moral que lleva finalmente al muchacho a elegir entre la libertad o la muerte, entre escapar o renunciar a su huida para evitar que su conciencia cargue con la muerte de otro. En todo momento sabemos cómo debe de sentirse aquel muchacho, como una presa continuamente acechada, asustado, atrapado en una llanura inmensa, sin apenas vegetación, un paisaje tan desolador como su propia vida en el que la única preocupación real es sobrevivir, todo ello con una tensión y un pulso narrativo que sobrecogen. Una historia muy interesante y un autor que puede resultar prometedor.

Intemperie. Jesús Carrasco. Editorial Seix Barral

 

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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