La conjura contra América. Philip Roth: la Historia alternativa

conjura contra américaConfieso que Philip Roth es un escritor que, pese a su indudable calidad, nunca ha conseguido entusiasmarme demasiado, hasta ahora. La conjura contra América es, si no recuerdo mal, la tercera novela que leo de este autor y, desde mi punto de vista, al menos hasta el momento, ha sido con mucho, la mejor novela que he leído de él y la única que ha conseguido mantenerme interesado hasta el final con en el desarrollo de la historia.

La trama atrapa desde el comienzo, y juega con un recurso que es más propio de la ciencia-ficción que de la narrativa convencional: me refiero a la ucronía. Como ya sabrán una ucronía es una especie de Historia alternativa, una especulación de lo que podría haber sucedido en el mundo y de cómo habría resultado ser el devenir histórico si ciertos acontecimientos hubieran sucedido de un modo diferente. Una de las ucronías más conocidas es la de El hombre del castillo, de Philip K. Dick, que especula con un escenario en el que la Segunda Guerra Mundial termina con la victoria de Alemania sobre los aliados con lo que el mapa mundial adquiere una configuración muy diferente a la actual. De hecho, la época histórica de la Segunda Guerra Mundial y la victoria de los nazis es un escenario de muchas ucronías creadas por autores de ciencia ficción; junto a la ya mencionada de Philip K. Dick, quizá las más reseñables sean Patria, de Robert Harris, o En presencia de mis enemigos, de Harry Turtledove.

Lo que nos plantea Philip Roth en esta novela es verdaderamente inquietante: en las elecciones norteamericanas de 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, Franklin D. Roosevelt  pierde las elecciones en las que resulta vencedor como candidato del partido republicano Charles Lindberg, el famoso aviador que logró la proeza de atravesar el Atlántico en un vuelo sin escalas y en solitario. La posición de Lindberg ante el conflicto bélico no sólo es de neutralidad, sino que muestra simpatía hacia el régimen alemán. Conociendo la decisiva influencia y el vuelco que supuso la intervención de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, esta alternativa plantea un escenario cuyo resultado se prevé, cuando menos, bastante inquietante. El autor juega con algunos datos históricos que son reales: por ejemplo, parece que, al menos inicialmente, la simpatía de Lindberg  por el régimen hitleriano fue real y, de hecho, en la Historia real, cuando EE.UU. tomó parte en el conflicto, el presidente Roosevelt desconfiaba de Lindberg hasta el punto de que se resistió a admitirlo como voluntario del cuerpo de aviación.

La historia de esta novela está contada desde el punto de vista de un niño de siete años que casualmente se llama Philip Roth; se trata de una visión bastante original, pues el punto de vista utilizado es el de una persona que juega un papel poco relevante y que se limita a contar sus recuerdos sin apenas dejar una concesión a los propios sentimientos, con una distancia que, sin llegar a la objetividad, produce la sensación por momentos de que la primera persona se ha transformado casi en una tercera persona. Los personajes que le acompañan en la narración al joven Philip Roth son sus padres y sus hermanos. Este alter ego del escritor nos presenta en La conjura contra América la evolución de la sociedad americana y su polarización ante una situación extrema: la de un ejército nazi que vence y controla implacablemente los territorios en los que se adentra.  Por un lado, un sector bastante elevado de la población apoya la postura “neutral” del presidente Lindberg, que ve la guerra europea como algo en lo que los Estados Unidos deben quedarse al margen, evitando el sacrificio inútil de los jóvenes soldados americanos. Por otra parte, un sector de la población ve con recelo el peligro real que representa el avance del fascismo en Europa y tiemblan ante la posibilidad de que el propio Lindberg acabe seducido por la ideología nazi, muy en especial los americanos judíos que forman un sector bastante importante de las clases media y alta de la sociedad americana. Entre estos se encuentra el padre de Philip Roth, de confesión judía que no se amilana a la hora de criticar abiertamente la posición de amistad del gobierno americano con Alemania. Pero la oposición del padre al régimen presidencial de Lindberg le genera verdaderas complicaciones; el temor a ser señalados, el miedo a ser estigmatizados como ciudadanos de segunda categoría, hacen mella incluso en sus seres más queridos. De hecho, hay un momento en el que el padre ni siquiera encuentra el apoyo o el consuelo de su propia familia. Por ejemplo, su hijo Sandy parece querer rehuir de sus raíces judías y adherirse a la corriente imperante a favor del presidente Lindberg y no duda en irse a una especie de campamento juvenil que, en el fondo, está destinado a alienar y debilitar los núcleos familiares judíos en América. Las políticas internas tratan subrepticiamente de difuminar el problema judío dispersando a los ciudadanos de esta confesión por todo el país, o incitándolos a abandonarlo y huir a países vecinos como el Canadá.

A mi juicio, lo que Philip Roth sabe hacer con auténtica maestría en esta novela es marcar un ritmo constante, pausado, sin ser extremadamente lento, pero sí tranquilo, como si no tuviera prisa en desvelar los acontecimientos que, poco a poco, se van desgranando implacablemente.

La conjura contra América es, sin lugar a dudas, una buena novela que merece la pena ser leída, tanto por la originalidad de su trama, perfectamente estructurada y una técnica depurada, como corresponde a un autor de la talla de Roth. El libro nos deja una lección magistral que nos recuerda que el peligro de acabar seducido por falsas ideologías liberales y de lo fácil que resulta engañar a las personas con falsas promesas y expectativas ilusorias. Una lección que de cuando en cuando conviene recordar aunque sea con parábolas como la de esta novela, pues la Historia nos ha enseñado en repetidas ocasiones lo fácil que resulta perder la memoria  y volver a caer en los mismos errores.

La conjura contra América. Philip Roth. Debolsillo

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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