La vegetariana, de Han Kang: el cuerpo como campo de batalla

Portada de La vegetariana-Han Kang

A veces una novela no solo cuenta una historia, sino que desgarra la idea misma de lo que significa ser humano. La vegetariana, de Han Kang, es una obra perturbadora, que se despliega como una herida abierta en la que el cuerpo, el deseo y la identidad se convierten en un territorio de conflicto. Lo que comienza con una decisión aparentemente simple —una mujer que deja de comer carne— se transforma en una exploración visceral sobre la opresión, la locura y la disolución del yo.

Yeong-hye, la protagonista de la novela, no es una heroína ni una rebelde. Simplemente un día decide que no quiere seguir comiendo carne. No lo hace por razones éticas ni políticas, sino por una convicción personal que no intenta justificar ante nadie. Lo que podría haber sido una elección banal en otro contexto, en su mundo se convierte en un acto de desafío insoportable. Su marido, un hombre mediocre y conformista, la considera absurda e irracional. Su familia, que encarna los valores tradicionales de la sociedad surcoreana, la enfrenta con una violencia brutal. Pero Yeong-hye no responde. No explica, no justifica, no argumenta. Su decisión es silenciosa y absoluta, como si estuviera siguiendo una lógica interna que solo ella comprende.

La novela no se narra desde su punto de vista. En cambio, Han Kang nos la muestra a través de los ojos de otros: su marido, su cuñado y su hermana. Cada uno de ellos interpreta su transformación a su manera, proyectando en ella sus propios deseos, miedos y obsesiones. Su marido la ve como una esposa defectuosa, incapaz de cumplir con sus deberes. Su cuñado, un artista obsesionado con la belleza y el cuerpo, la convierte en un objeto de su fascinación erótica. Su hermana, la única que parece tener una verdadera conexión con ella, oscila entre la preocupación y el desconcierto. Yeong-hye, en cambio, permanece inmutable, como si estuviera trascendiendo el lenguaje y la voluntad ajena.

El cuerpo es el verdadero protagonista de La vegetariana. A medida que avanza la historia, el rechazo de Yeong-hye a la carne se convierte en un rechazo a la materia misma. Se aleja del mundo de los humanos, deja de comer, de hablar, de reaccionar. Su transformación es tanto una resistencia como una rendición, una búsqueda de pureza que la conduce a un estado limítrofe entre la vida y la muerte. No es casual que en sus sueños se vea a sí misma convirtiéndose en un árbol, dejando atrás toda forma de violencia, incluso la de existir como ser humano.

Han Kang escribe con una precisión quirúrgica. Su prosa, contenida y medida, evita los excesos y deja que la violencia emerja sin necesidad de subrayados. La estructura fragmentada, dividida en tres partes con distintos narradores, refuerza la sensación de extrañamiento y distancia. No sabemos lo que piensa Yeong-hye porque nunca escuchamos su voz directamente; solo la vemos a través de las interpretaciones de los demás, lo que la convierte en un enigma inescrutable. Y sin embargo, su presencia es avasalladora. En su silencio y en su negativa a someterse, se vuelve más poderosa que cualquiera de los que intentan controlarla.

No es una novela fácil. Es incómoda, inquietante, llena de imágenes que persisten en la mente mucho después de haber cerrado el libro. Su lectura deja una sensación de vértigo, como si nos hubiéramos asomado a un abismo del que no podemos apartar la mirada. Han Kang no nos da respuestas ni explicaciones. Solo nos enfrenta a la radicalidad de un gesto que, en su pureza, se vuelve insoportable para quienes lo rodean. La vegetariana es, en última instancia, una exploración sobre los límites del cuerpo y la identidad, una historia sobre lo que ocurre cuando alguien se niega a ser lo que los demás esperan de ella. Una historia, en definitiva, sobre el precio de la libertad.

La vegetariana. Han Kang. Random House.

5/5 - (1 voto)

Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016), Camino sin señalizar (2022) y El sicario del Sacromonte (2024).

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