Hay personas que deciden su destino desde niños y hay personas que lo van descubriendo con el paso del tiempo. La vida de Saúl Bellow fue una combinación de ambas cosas. Primero incumplió los deseos de su padre, que deseaba que fuera rabino, y luego fue construyendo su destino libro tras libro.
Las ideas políticas y las primeras novelas
Durante los años 30 fue miembro del proyecto WPA de escritores de Chicago, junto con grandes futuros escritores como Richard Nathaniel Wright. La mayoría de los integrantes de este grupo eran miembros del Partido Comunista de Estados Unidos y muchos de ellos se definían como estalinistas. Sin embargo la ideología de Bellow estaba más alineada con el trotskismo (llegó a conocerlo personalmente en Mexico) lo que le valió serias diferencias y discusiones con varios miembros de su grupo.
En 1941 se convirtió en ciudadano de los Estados Unidos de América. Durante la Segunda Guerra Mundial se enroló en la marina mercante y en 1944 escribió su novela Dangling Man, novela poco valorada por Bellow salvo porque constituyó una experiencia de aprendizaje en la escritura.
En 1948 recibió una beca en la Fundación Guggenheim que le permitió trasladarse a París, donde empezó a escribir Las aventuras de Augie March. Esta novela ha sido ampliamente analizada y varios críticos coinciden en su semejanza con la novela picaresca española. En lo que todos coinciden es en que esta novela le coronó como un autor destacado y muy bien considerado, aunque también tuvo sus detractores, como fue el caso de Vladimir Nabokov, que una vez catalogó a Bellow como un escritor de una mediocridad miserable. De lo que no cabe duda, es de la profundidad de muchas de sus obras, que se consideran un análisis de la deshumanización y la alienación del individuo, temática que se puede encontrar, por ejemplo, en su novela Carpe diem, cuyo título ya es una ironía teniendo en cuenta que su protagonista es un hombre completamente fracasado, arruinado y desesperado en una sociedad que lo trata de un modo implacable.
Saul Bellow, una vida agitada
Sin embargo, la verdadera carga de profundidad de Bellow comienza a partir de su mítica novela Herzog. Ésta fue sin duda la novela que le consagró y que lo convirtió en uno de los autores más vendidos en las listas de 1964. El renombre y el prestigio que le adquirió con esa obra le valió ser elegido como miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias en 1968.
En 1976 publicó otra de sus novelas más representativas: El legado de Humboldt, por la que recibió el Premio Pulitzer. Aquel mismo año le fue otorgado el premio Nobel, a los 61 años de edad, y en su discurso de agradecimiento hizo un llamamiento a los escritores para que despertaran a la sociedad.
En su vida personal, hay que destacar que, a pesar de los fracasos de su vida personal, jamás se rindió y siempre perseveró. Por ejemplo, se casó cinco veces y todos sus matrimonios acabaron el divorcio, menos el último.
Los viajes fueron una constante en su vida. Solía visitar Europa con frecuencia, en ocasiones hasta dos veces al año. Pero también recorrió diversas universidades de Estados Unidos que le ofrecieron buenos puestos como profesor. La lista es extensa y entre ellas se encuentran la Universidad de Yale, Universidad de Minnesota, Universidad Princeton, Universidad de Puerto Rico, Universidad de Chicago, el College Bard y la Universidad de Boston. Entre sus últimas obras destacan El diciembre del decano y Ravelstein. La obra de Bellow ha influido de un modo notable en la literatura norteamericana y escritores de la talla de Philip Roth o Ira Levin, reconocen que son, en cierto modo, deudores de su estilo.