Trenes rigurosamente vigilados, de Bohumil Hrabal: El heroísmo de la gente corriente

Trenes rigurosamente vigilados. Bohumil Hrabal. Reseña de Cicutadry

Trenes rigurosamente vigilados es una irónica y divertidísima novela publicada por el escritor checo Bohumil Hrabal en 1965. La obra se hizo mundialmente famosa cuando la película homónima del director Jiří Menzel ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1967. Fiel al texto, la película narraba la muy naïf historia del joven aspirante a factor de ferrocarril Miloš Hrma, en un claro antecedente de otros filmes europeos que están en la memoria de todos, como Amélie o El gran Hotel Budapest.

La personalidad de Bohumil Hrabal

Para comprender bien una novela como Trenes rigurosamente vigilados es interesante conocer a su autor, Bohumil Hrabal. El autor checo nunca tomó la literatura como un medio de vida sino como una forma de contar su rocambolesca biografía.

Bohumil Hrabal estaba estudiando Derecho en Praga cuando se produjo la invasión nazi de su país. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó de ferroviario, experiencia que más tarde contaría en estos Trenes rigurosamente vigilados. Más tarde estuvo durante años en una fábrica metalúrgica, cuya historia plasmó en Anuncio una casa donde ya no quiero vivir, prensó papel viejo en un centro de reciclaje, que dio lugar a su novela Una soledad demasiado ruidosa, o se encargó de la tramoya de un teatro, vivencia que se puede leer en Bodas en casa.

En cualquier situación, Bohumil Hrabal extrajo el discreto heroísmo de los ciudadanos. Dotado de una gran inteligencia, la mirada de Bohumil Hrabal es la de un niño grande e inocente que se para en los pequeños detalles cotidianos para hacerlos grandes e interesantes.

El joven ferroviario

Como decimos, Bohumil Hrabal hizo un curso de ferroviario cuando los alemanes invadieron su país durante la Segunda Guerra Mundial. Trenes rigurosamente vigilados cuenta esa experiencia con un humor muy centroeuropeo que, en realidad, oculta una terrible desgracia.

La novela, sin embargo, no comienza con las vivencias del joven Miloš Hrma, sino que nos pone en la pista de cómo va a ser narrado el texto. Y para eso el escritor checo acude a la genealogía de Miloš, de lo más estrafalaria.

Así sabemos que su bisabuelo, otro joven héroe, luchó contra los invasores en el Puente de Carlos y recibió un golpe en la cabeza con un adoquín, lo que le hizo merecedor de una renta de por vida que él restregaba cada día a los trabajadores con los que se cruzaba y que lo único que le deparaba era una paliza semanal.

Su abuelo era un hipnotizador y quizás el primer héroe de la resistencia checa frente a los nazis, puesto que, en cuanto los nazis entraron en el país, él se fue a la carretera con los ojos fijos en el primer tanque y así trató de detener el avance de las tropas con su poderosa mirada. Lamentablemente, terminó con su cabeza entre las cadenas de uno de esos tanques.

Su padre, más moderado, trabajó de maquinista y gracias a ello se jubiló a muy temprana edad, lo que hizo suponer a todos los vecinos del joven Miloš que la familia era vaga por naturaleza, suposición que se corrobora con su pasión por los trenes y su deseo de ser alguna vez factor de estación, es decir, una persona que se limita a ir de un lado a otro con una lámpara de colores.

El buen soldado Švejk en la estación

Hay un claro precedente en la forma de narrar que Bohumil Hrabal eligió para sus Trenes rigurosamente vigilados: la prodigiosa novela de Jaroslav Hašek, El buen soldado Švejk. Esta novela satírica, donde se pone en solfa todos los aspectos de la guerra, está repleta de humor negro y gags que rezuman sabiduría popular.

Del mismo modo, Trenes rigurosamente vigilados recuerda a aquellas películas de cine mudo que partían de una situación estrafalaria para ir complicándose cada vez más en una sucesión de hilarantes aventuras.

Sin embargo, como ocurría en El buen soldado Švejk, la situación de partida es trágica: los trenes rigurosamente vigilados a los que alude el título son los convoyes que los nazis utilizan para suministrar el frente. Estos trenes tienen absoluta preferencia sobre los demás, y serán, junto a dos compañeros, los que deba favorecer el joven Milos en su pequeña estación ferroviaria, frente a los trenes de pasajeros que llevan a los ciudadanos checos de un lugar a otro, siempre con un eterno retraso.

La heroicidad del hombre corriente

El protagonista Miloš Hrma se considera a sí mismo un imbécil que lo único que sabe hacer es subir y bajar semáforos en una estación, pero esta curiosa percepción no se debe a una falsa creencia, sino a la constancia de un hecho inapelable: Miloš Hrma padece eyaculación precoz, y no es capaz de penetrar a una joven que conoció pintando la cerca que rodea el taller de los ferrocarriles del Estado.

La historia de amor entre los dos jóvenes representa esa mirada tierna e inocente tan peculiar de esta novela:

Máša empezó a trabajar en el ferrocarril de la misma manera que yo; estábamos uno frente al otro, entre ella y yo había una alambrada muy alta, cada uno tenía junto a sus pies su cubo con pintura de minio, cada uno su pincel y frente a frente íbamos metiendo el pincel entre los alambres, pintando la alambrada, cada uno de su lado, siempre cara contra cara; en total eran cuatro kilómetros de aquella cerca; cinco meses estuvimos así todos los días frente a frente y Máša y yo nos lo contamos todo, pero seguía estando la alambrada entre nosotros; cuando llevábamos pintados dos kilómetros de aquella cerca pinté una vez el alambre a la altura de la boca de Máša con aquella pintura roja y le dije que la quería, y ella desde el otro lado también pintó aquel alambre y dijo que ella también me quería…y me miró a los ojos y como estábamos en una cuneta, entre plantas altas de cenizo, puse la boca y a través de aquel alambre pintado nos besamos.

La sencillez de esta historia de amor tiene su lado siniestro, la eyaculación precoz del joven Milos, que supera gracias a otra escena descacharrante con otra joven, responsable de los partisanos checos, que lo decidirá a ser un héroe por su país.

Jugar con la historia

Acerca de su novela Trenes rigurosamente vigilados, Bohumil Hrabal explicó los motivos que lo llevaron a escribir una novela tan sonriente y trágica a la vez:

Quiero descubrir hasta qué punto se puede jugar con dos motivos tan contradictorios. El motivo del ridículo y de lo obsceno al lado de un acontecimiento trágico, dominado por el motivo central: la lucha contra el enemigo. El protagonista, un ferroviario joven y tímido, no vacila en aceptar la tarea que le asignan, aunque conoce el final  que ésta le reserva: la muerte… El libro habla de la eterna presencia de valores en un hombre a quien el enemigo usurpó el paisaje de su infancia y destrozó su lengua materna.

Y así es como el lector se adentra en una narración que se desliza con una asombrosa facilidad entre los grotesco y lo trágico. De alguna manera, la conclusión a la que llega Bohumil Hrabal es que ambos motivos van unidos, que la tragedia deriva en lo  grotesco cuando la guerra, con toda su parafernalia y su maquinaria de terror, se adentra en el corazón de los ciudadanos que, a su modesta manera, protestan contra esa invasión de su privacidad como mejor pueden.

Como escribe el joven Milos en un reflexivo pasaje del libro, introducido en medio de una sublime escena grotesca: “Yo me dije, los alemanes son unos locos. Unos locos peligrosos. Yo también estaba un poco loco, pero a mi propia costa y en cambio los alemanes siempre a costa de los demás”. Una reflexión que vale, como es fácil de comprender, para todas las guerras, para todas las confrontaciones entre seres humanos.

Trenes rigurosamente vigilados. Bohumil Hrabal. El Aleph Editores.

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Acerca de José Luis Alvarado

Dijo el sabio griego que nada es comunicable por el arte de la escritura; tras apurar la copa de seca cicuta, su discípulo dilecto lo traicionó y acaso lo perfeccionó transmitiendo por escrito sus irónicos conocimientos.Como antes hiciera Montaigne, pienso que la obra de un autor se prolonga y modifica cada vez que se escribe sobre ella. La memoria, que fue oral y minoritaria, ahora se multiplica con cada palabra que integra y justifica el continuo universo, también llamado la Red.

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