El momento de la sensación verdadera, de Peter Handke: una reflexión sobre la existencia

Portada de El momento de la sensación verdadera, de Peter Handke

Últimamente, el nombre de Peter Handke ha salido a la palestra, pero por cuestiones ajenas a El momento de la sensación verdadera. El autor austríaco ha sido nombrado Premio Nobel de Literatura el mismo año que se le daba a la escritora polaca Olga Tokarczuk y dicha concesión se ha servido la polémica por cuestiones de ideología política y el posicionamiento de Handke sobre la Guerra de los Balcanes. Es difícil calcular quién merece dicho premio o no, pero es evidente que esta obra de la que les vamos a hablar es todo un anzuelo para el lector.

El autor de obras como Ensayo sobre el jukebox o La noche del Morava ya apuntaba maneras en 1975, cuando escribió la obra que nos ocupa hoy. El momento de la sensación verdadera. Con treinta y tres años, Peter Handke dibujó un marco atractivo de por sí, por la situación, por el sinsentido que lo caracteriza.

El momento de la sensación verdadera

La historia comienza con un hombre que se despierta después de soñar que se había convertido en un asesino. Este señor en cuestión es Gregor Keuschning, un diplomático austríaco (como lo fue el propio Peter Handke) que se encuentra en París. El nombre del protagonista ya es toda una declaración de intenciones, pues nos hace evocar a aquel otro Gregor (Samsa) de la archiconocida novela La metamorfosis, de Franz Kafka, que despertó una mañana convertido en insecto.

A partir de ese punto de partida, para el protagonista de El momento de la sensación verdadera todo será una constante lucha contra la sensación de que no es nadie, es decir, de que es alguien insignificante en todo el ajetreo a su alrededor en la ciudad de París.

Ahí empiezan los debates internos que plantea Peter Handke en torno a la propia existencia. A la vez, cuanto más se replantea este concepto en la narración, más se acerca el protagonista peligrosamente al borde de la locura. El mensaje que Peter Handke parece querer transmitir al lector es que cuando los pensamientos negativos nos guían, es como si hubiéramos desconectado la función de autodefensa y, poco a poco, nos dirigimos hacia el horror.

Keusching llega así a recluirse en sus propios pensamientos de tal manera que evita tener contacto con otras personas. Para él no son más que una decoración en un París que dista mucho de ser lo que aparenta. Lejos de parecer excesivos, estos pensamientos oscuros del personaje nos van introduciendo en el mundo tal y como lo percibe Keusching, lleno de un vacío existencial muy en la línea del tiempo en el que fue escrito.

El momento de la sensación verdadera recibe una importante influencia de la literatura existencialista de Camus o Sartre, y muy en especial la de este último. El Antoine Roquentin de La náusea está muy presente en Gregor Keusching. Las visiones del mundo de Roquentin y Keusching comparten ese sentimiento por el absurdo y la angustia del mundo contemporáneo. Ambos vagan por la vida con la sensación de estar terriblemente solos, desamparados, y al borde de la locura.

Reflexiones de esta obra

Sumando estas influencias, Peter Handke logra transmitirnos que su protagonista ve con sus propios ojos la sinrazón y lo artificial de la vida. No se trata de una reflexión en abstracto, sino que se entiende la vida como la existencia del hombre en el mundo contemporáneo de placeres efímeros y contradicciones. Así, estas personas que deambulan por París como las veía Keusching, no son más que objetos que padecen una soledad severa, al borde del caos.

También hay otro tipo de reflexiones más allá de la mera existencia. En esta obra se mencionan algunas pinceladas de ideas sobre la familia, ese núcleo afectivo que evoluciona y del que algunos se ven privados, generando así soledad en ellos. También aparece como mención obvia la política exterior, ya que el protagonista es un diplomático que debe dar la cara por su país y representarlo. Este cargo, lleno de responsabilidad, pero también de aspiraciones, no consigue tampoco llenar al protagonista, que suma sus dudas en este aspecto a su explosión de vacío. 

El concepto en sí es interesante y, conociendo al autor, nos hará reflexionar en más de una ocasión, especialmente de forma activa. Más allá de la idea principal, Peter Handke demuestra por qué, a pesar de todo, tiene su merecido Nobel.

Su savoir faire en la escritura es seducir al lector con frases y reflexiones petrificantes. Su habilidad para ubicarnos y ponernos en situación es pasmosa. Para muestra, un botón, justo al principio: «¿Quién ha soñado alguna vez que se ha convertido en un asesino y que vive su vida acostumbrada sólo formalmente?». Una pregunta sentenciadora que da más claves de lo que parece.

El momento de la sensación verdadera. Peter Handke. Alfaguara

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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