Huye rápido, vete lejos, de Fred Vargas: la última plaga

Portada de Huye rápido, vete lejos, de Fred VargasDecía Borges que el género  policial, tal y como él lo entendía, desapareció en el momento en el que comenzó a convertirse en un género realista plagado de violencia. Sin duda, para Borges el relato policial puro pasaba por ser mucho más intelectual. No sé qué hubiera pensado Borges si hubiese podido leer Huye rápido, vete lejos, de Fred Vargas, porque, en mi opinión, si bien todo el escenario es eminentemente realista y hay inevitables momentos de violencia con el descubrimiento de los cadáveres, también es cierto que la novela está dotada de una buena dosis de intelectualidad.

En ese sentido, la historia narrada en Huye rápido, vete lejos recurre a un elemento que a Borges le hubiera seducido notablemente: las referencias históricas que se hacen sobre la peste negra y las plagas que asolaron Europa en el siglo XIV y el último brote de peste que sufrió, en especial, la ciudad de Marsella en el siglo XVIII. El sentido de estas referencias históricas es porque las muertes que se producen en esta novela escenifican las muertes producidas por la peste.

En el caso de esta novela, la acción transcurre en el París de la época actual, y comienza con dos acciones que ya descolocan un poco al lector. Por una parte un viejo marinero arruinado decide ganarse la vida recuperando el oficio de pregonero, que ejerció su abuelo, aunque ya está completamente en desuso. Sin embargo, el viejo Joss logra subsistir leyendo los mensajes que cada día le dejan los vecinos en una urna. El problema comienza cuando, entre esos mensajes aparecen algunos de tono apocalíptico. Por otro lado, en algunos edificios de la ciudad de París comienzan a verse unas extrañas inscripciones escritas sobre los marcos de algunas puertas: un cuatro invertido y las letras CLT. Un buen día una señora se presenta en la comisaría y le desvela este hecho al comisario Adamsberg, de la Brigada Criminal de París. Naturalmente, el comisario piensa inicialmente que la mujer está trastornada, hasta que al poco tiempo aparece una persona muerta en ese edificio y, curiosamente, vive en un bloque cuyos pisos han sido sistemáticamente marcados con la inscripción del cuatro invertido, salvo el piso en el que ha sido hallada la víctima. El hallazgo de picaduras de pulgas de rata (nosopsyllus fasciatus) en el cuerpo del muerto da lugar al inicio de una subtrama en la que Adamsberg acabará conociendo a un personaje notoriamente intelectual y con un amplio conocimiento sobre la historia de la peste en Europa. Dicho personaje será un referente para el comisario a la hora de ir encajando las sucesivas piezas que se van desgranando, de forma sutil e inteligente, a lo largo de la novela.

Como el lector irá descubriendo poco a poco, el objetivo inicial que parece querer conseguir la persona responsable de los asesinatos es el de sembrar el pánico en una ciudad como la de París recurriendo a una enfermedad que llegó a causar, en la edad media, millones de víctimas y que se convirtió en una de las más terribles pandemias de la humanidad. Cuando llega al conocimiento del comisario Adamsberg  los textos que está leyendo Joss, el pregonero, no tarda en relacionarlo con los crímenes que se están produciendo y deduce que el asesino está asumiendo el rol de sembrador de plagas como un elegido de Dios. La impresión que esto causa en el lector es inmediata y plantea algunas preguntas inquietantes: ¿qué pasaría si en pleno siglo XXI se diseminase una enfermedad tan contagiosa y mortal como la peste? ¿Sería esto posible?

Como el lector comprobará por sí mismo, Huye rápido, vete lejos es una excelente novela llena de giros inteligentemente planteados. Sin duda un mágnifico ejemplo de novela policial que cumple todos los objetivos de una novela de estas características: entretiene, absorbe, intriga y hace disfrutar de su lectura con una resolución impecable coherente y verosímil. Aunque hay un cierto trasfondo existencial, Fred Vargas no carga nunca las tintas en el sentido más metafísico o psicológico, algo muy recurrente hoy en día en novelas de este género. En cierto sentido, los personajes de Huye rápido, vete lejos son arquetípicos del género, si bien provocan empatía y en ningún momento, ni siquiera en aquellos en los que se refieren al contexto histórico de la peste,  hacen que decaiga el interés o el ritmo narrativo.

Como toda historia policial, la trama nos lleva a un caos desenfrenado en el que, por momentos, el comisario Adamsberg, encargado de la investigación, está a punto de tirar la toalla. Como buen arquetipo del detective, Adamsberg pondrá orden a ese caos y, de forma inevitable, resolverá el misterio, como ya espera de antemano cualquier lector de una novela policial, como premio por haber llegado hasta el final. Borges decía que la literatura tiende a lo caótico y que el género policial era el único que mantenía el orden en una época de desorden. Si esto es así, sin duda que debemos agradacerle a esta novela de Fred Vargas haber mantenido ese esfuerzo para lograrlo.

Huye rápido, vete lejos. Fred Vargas. Siruela

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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