Juan Villoro: La casa pierde.

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Bajo la apariencia de normalidad, todas las personas esconden a un extraño que nadie, salvo ellas mismas, conoce. La casa pierde es un libro de relatos del autor mexicano Juan Villoro que aparece poblado de este tipo de personajes. Los protagonistas de cada uno de los diez cuentos que componen el libro son personas corrientes con vidas normales, o al menos, eso parece, hasta que descubrimos las múltiples facetas que esconden bajo cada una de sus máscaras. Los personajes de Villoro nos resultan familiares y distantes a un tiempo. Conversan, discuten, se abrazan, se hieren, ríen, pero de un modo u otro, no logran conectar entre sí, como si los separase una barrera invisible, un muro que los deja alejados, aislados. Parecen vivir sus vidas con una mezcla de resignación y aburrimiento, como auténticos seres alienados que desempeñan sus funciones de forma rutinaria, casi automática, como si estuviesen encerrados en sí mismos e incapaces de comunicarse incluso con aquellas personas que parecen más cercanas. Mientras tanto, bajo esa superficie, estas personas esconden o tratan de esconder el drama interior que están viviendo. Estos son los diez cuentos que componen el libro:

Campeón ligero: “Campeón ligero” es una historia ambientada en los inframundos. La vida en los suburbios, los gimnasios de barrio o el mundo del boxeo, son los telones de fondo de este cuento que, en cierta medida, recuerda a la atmósfera de algunas historias de Juan Carlos Onetti. El narrador es un periodista deportivo que desde su infancia ha sido amigo de Nacho Barrientos, un boxeador que triunfa en el cuadrilátero y que, al menos en principio, parecía imbatible. Desde el comienzo el narrador nos advierte que él fue el responsable de la caída de su amigo. Este arranque viene a ser muy usado por Villoro en otros cuentos en los que un narrador refiere en primera persona unos hechos que, en lugar de ennoblecerlo o por lo menos justificarlo, lo degradan. El narrador en este caso, nos explica a historia de una amistad destructiva, cuyo trágico desenlace se debe, además, a un intento por su parte de hacer una buena acción. Irónicamente, el descubrimiento de una verdad con la que él pretendía salvar a su amigo, acelera su destrucción.

La estatua descubierta: Si la historia anterior recordaba por su atmósfera a los cuentos de Onetti, este cuento me trajo a la memoria los mundos de Julio Cortázar. Como sucede en algunos relatos de Cortázar, aquí se narra una historia de amor con un trasfondo inquietante. Un escultor mediocre metido a embajador de segunda fila viaja por el centro de Europa con Maura, su esposa. Maura atrae la atención de todo el mundo. Tiene una belleza que resulta hiriente. En una fiesta de la embajada, otro embajador, un tal Julio Obligado, se enamora de ella. El escultor encuentra a Maura en jardín de la casa sonde están dando la fiesta, junto a una estatua. Un instante después, Julio Obligado aparece con la mano herida, sangrando por un corte de cuchillo. Aunque no se mencionan de forma explícita, el amor, los celos, y el deseo son los protagonistas presentes en toda esta historia. Desde el incidente del corte, Julio Obligado trata una vez tras otra de hablar con el marido de Maura, pero éste siempre encuentra una excusa para esquivarlo. Incluso en una ocasión, el narrador presiente que Julio Obligado quiere que él lo mate. Finalmente, el escultor pide un traslado de embajada y se lo conceden. Un último intento de comunicación por parte de Julio Obligado, a través de una carta, también es frustrado. El escultor rompe la carta sin leerla. El final del cuento es igualmente inquietante: el escultor también recibe una herida, un corte hecho con cuchillo y está seguro de que ese corte se lo ha hecho Maura, al igual que ha pasado antes con todas las personas que la han amado. Ya trasladados en la nueva embajada, el escultor vuelve a retomar su antigua afición, y trata de encontrara en vano el la mirada de Maura una respuesta, esperando quizás el reflejo de un cuchillo. Pero cuando lo hace, le parece ver que “sus ojos miran para adentro”. Y entonces sabe que todavía tendrá que esperar.

Coyote: En este caso los personajes del relato son tres matrimonios de amigos que hacen un viaje al desierto mexicano, un viaje iniciático que en cierta medida es una huida del mundo urbano, en busca de una experiencia mística, aunque uno de los propósitos principales de los personajes sea ir en busca de peyote, evadirse de una realidad dolorosa, la de sus propias vidas. Uno de los personajes se separa del campamento y se pierde en el desierto. La angustia de encontrarse solo, perdido y cerca de la muerte en medio de un paisaje desolador hacen que el desierto se convierta en el auténtico protagonista de este inquietante relato. Herido, hambriento y sediento, el hombre que se ha perdido se resigna a abandonarse a su suerte. Entre muchas otras vicisitudes, tiene que enfrentarse a un coyote que lo ataca y acaba matándolo con un cuchillo que le regaló un cazador en el tren que los llevó hasta el campamento. Al final el hombre consigue regresar al campamento, pero no es recibido con la alegría que él esperaba encontrar, como si sus amigos, o su propia esposa, fuesen sujetos ajenos que no lo conocen, o no lo reconocen, como si todos fueran, en el fondo, unos extraños, unos solitarios como ese coyote al que él mató con sus propias manos.

El anillo de cobalto: Antón es un ingeniero retirado que vive solo, acompañado de sus recuerdos. Un día recibe la llamada su primera mujer, Susana, de la que no sabe nada desde hace años, y que le anuncia que quiere visitarlo. Antón tiene miedo de que Susana descubra que también su segunda mujer ya no vive con él, que se ha separado de él con la excusa de un trabajo que ha aceptado en México D.F., lejos de su residencia habitual. Antón tiene un vecino que es alfarero, con el que apenas habla pero que es el único vínculo que tiene con su segunda mujer, porque conserva una pieza de cerámica que ella moldeó y que le dio para que la horneara, aunque nunca lo hace. Finalmente Susana aparece y es sólo para anunciarle que está enferma y quedándose ciega. Antón se siente confundido, no sabe por qué ella ha venido a verlo con esa excusa, se siente más solo que nunca. Su vecino lo avisa entonces para decirle que ya tiene la pieza horneada y que puede venir a recogerla. Antón encuentra que ésa es la excusa perfecta para dejar a Susana momentáneamente, porque en realidad le molesta su presencia. Recoge la pieza y, cuando llega a su casa, la rompe sin ninguna emoción. Simplemente se ha dado cuenta de que ya no tiene ningún valor, de que ningún objeto le podrá devolver ya lo que ha perdido irremisiblemente.

El extremo fantasma: “El extremo fantasma” es un relato sobre el mundo del fútbol. Un jugador veterano tiene una lesión irreversible que le impide volver al campo de juego. Sin embargo, le contratan como entrenador de un mediocre equipo de segunda división. Contra todo pronóstico, el entrenador consigue que su equipo, “Los Rayados”, comience a ganar partidos, hasta el punto de llevarlo a la final por el ascenso a primera división. Pero los intereses económicos del club no pueden permitirse un ascenso a primera, y el presidente del club le obliga a llevar a su equipo a la derrota. Para ello soborna al entrenador y a todos los miembros de su equipo. El entrenador está enamorado de la que es amante del presidente del club, y ella le dice que sólo dejará a su amante y se irá con él si es capaz de ganar y llevar a “Los Rayados” hasta la primera división. El entrenador se ve así envuelto en una especie de dilema moral. Por un lado, su dignidad profesional le dice que no debe mandar a su equipo a la derrota. Por otro, sabe que todo el equipo está comprado, como él mismo, y que no puede luchar contra un designio imposible.

La alcoba dormida: Aquí se narra la vida de un joven aspirante a escritor que se aloja en una pensión en la que convive con un profesor judio, una enferma moribunda, la patrona de la pensión y dos hermanas gemelas. Como en el resto de los relatos, el sentimiento de soledad, aun rodeado de personas, es uno de los elementos comunes. La extrañeza o la incomodidad que el escritor siente consigo mismo al saberse un escritor mediocre, sin futuro, los complejos propios y ajenos, los entusiasmos y las decepciones, la inseparable distancia entre los sueños y la realidad, son algunos de los temas centrales de este relato, en el que el joven escritor se enamora de una de las hermanas gemelas, abordándola hasta que consigue convertirla en su amante, con visitas nocturnas que terminan por convertirse en un hecho cotidiano y en un secreto triste, oscuro y lleno de equívocos.

La casa pierde: En “La casa pierde”, el narrador nos introduce en el mundo sórdido de los bares de carretera al que van a parar camioneros, siempre de paso. Terrales es uno de esos lugares en los que, además, se organizan partidas de cartas. Los personajes se muestran tan tristes y sórdidos como el propio lugar que habitan. Como en otros cuentos de Villoro, son precisamente los lugares, las atmósferas, y no las personas, los verdaderos protagonistas.

El planeta prohibido: El personaje central de esta historia es Fernández, un viejo profesor que es invitado a dar unos cursos en la Universidad de Yale. Deja a su familia en México y marcha a Estados Unidos, donde además de solo se siente desubicado. En la distancia descubre que las relaciones que mantiene con su hija no son tan buenas como él desearía, y que la distancia que ahora los separa ya existía incluso cuando se podían ver a diario en México. Durante su estancia en Estados Unidos, Fernández desvela su lado más oscuro y descubre algunas cosas de sí mismo que no le complacen, aunque termine por aceptarlas, más con resignación que con un deseo o afán de mejorarlas. En una lavandería conoce a Jonathan, un muchacho extraño con el que termina trabando una amistad no menos extraña. El sentimiento de fracaso de Fernández, su lucha por volver a conseguir una dignidad que cree perdida, se combinan con una inolvidable mención del mundo del ajedrez, concretamente con el combate psicológico que mantuvieron Karpov y Kasparov por el campeonato del mundo.

El domingo de Canela: Este cuento comienza con dos viejos amigos, Echeverry y Marcos, que van a las carreras de caballos, pasan un día agradable para terminar tomando una copa en el departamento de Echeverry. En su conversación, en la que descubrimos que los amigos comparten como profesión el mundo del teatro, en el caso de Marcos como actor y en el de Echeverry como productor, termina aflorando una vieja rencilla que existía entre ambos. El motivo de la rencilla no es otro que Sandra, una actriz de la compañía que entra y sale de la vida de Marcos como si estuviera cambiando de escenario. Cuando él actúa, ella observa con «estudiada indiferencia». Marcos la encuentra más auténtica en el escenario que en la vida real. Su relación se define a través de referencias a obras de teatro. Un día Sandra desaparece para siempre. Si Echeverry ha llevado a Marcos a su casa, es para decirle que Sandra ha cambiado de amante y ahora comparte su cama. Echeverry ha preparado toda su cita con Marcos con el único fin de humillar a él y a Sandra. Cuando la actriz regresa a la casa, se asombra de ver a su ex amante en el departamento, y antes de que Marcos pueda explicar que él ha sido víctima de un engaño al igual que ella, Sandra ha desaparecido.

Corrección: El último cuento es, para mi gusto, uno de los mejores. Quizá porque la temática de la narración sea la literatura dentro de la literatura, el mundo de los escritores, sus obras e incluso los talleres literarios, en uno de los cuales estuvo el propio Villoro nada menos que con Augusto Monterroso. En esta historia el taller literario corre al cargo de un tal Edgardo Zimmerman, quien critica sin piedad las narraciones de todos sus alumnos, siendo Germán Villanueva el único alumno aventajado con quien procura dosificar sus elogios a fin de no inflar su ego. El narrador de esta historia es otro de los alumnos de Zimmerman, un escritor mediocre que siente admiración y envidia de Germán Villanueva, quien termina triunfando como escritor de éxito y quien, en un momento dado le niega su participación en una revista literaria. Con el tiempo el narrador consigue un trabajo como director de la revista “Barandal Republicano”, donde publican los exiliados españoles en México. Un día, inesperadamente, recibe la llamada de Germán Villanueva, quien le cuenta que acaba de rehabilitarse de su adicción a las drogas y que le gustaría trabajar en su revista. Así es como el narrador le ofrece un trabajo como corrector de las galeradas, un trabajo con el que pretende urdir una venganza secreta por todos los resentimientos que sentía hacia él desde el pasado lejano. Quiere degradarlo, pero, en vez de eso, consigue que el trabajo de Germán, impecable, acabe volviéndose imprescindible. Germán mejora ostensiblemente la calidad de los artículos que llegan a “Barandal Republicano”, lo que provoca el enfado al tiempo que acrecienta la vanidad de sus mediocres autores. Un día el narrador se decide a presentarle a Germán una novela que él mismo ha escrito, con el pretexto de que es de otra persona. Germán se la corrige en apenas un mes y medio y su autor triunfa. Pero desde ese momento el autor se siente atrapado en las redes del corrector. Lo que él planeaba que iba a ser su venganza secreta, la humillación largamente planeada, termina volviéndose contra él. En este caso, siguiendo el título del libro, el ganador se convierte en perdedor, y viceversa.

La casa pierde. Juan Villoro. Alfaguara, México, 1999.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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