La base atómica fue una novela publicada en 1948 por el escritor islandés Halldór Laxness, siete años antes de que le concedieran el Premio Nobel de Literatura. Hasta la publicación de La base atómica, la trayectoria narrativa de Laxness había transitado, en un primer momento, por un ciclo de novelas caracterizadas por la descripción de las duras condiciones de vida de la gente pobre de Islandia. Posteriormente escribiría novelas históricas en las que usó mitologías locales para tratar temas sociales y nacionalistas. La base atómica supondrá un giro en su literatura, más sensible a la actualidad que vivía su país.
Un testigo controvertido de la sociedad
La figura de Halldór Laxness fue muy controvertida en su tiempo. A pesar de que en los países de habla hispana ha sido poco traducido -y apenas es conocido-, la producción literaria de Laxness tuvo una fuerte influencia en la narrativa nórdica. El itinerario de su obra corre paralelo a la historia de su país, Islandia, que retrató a lo largo del siglo XX.
Y es que Halldór Laxness nació en 1902 y murió en 1998. Su primera novela fue escrita en 1919, y en 1997 aún publicó un poema. Hay que recordar que hasta 1918 no se constituyó el Reino de Islandia, que dependía de Dinamarca, y que la independencia total del país llegó en 1944. De hecho, no es casualidad que La base atómica fuera publicada solo 4 años después de la independencia del país, y que supusiera un giro absoluto –hacia la actualidad- de su autor.
Antes de esta fecha, Halldór Laxness había abrazado el catolicismo, cuando se retiró con 22 años a una abadía en Luxemburgo. Posteriormente abrazó el socialismo en un viaje a Estados Unidos y tras conocer al escritor Sinclair Lewis. Sus ideales políticos se radicalizaron hacia el comunismo soviético y el ateísmo tras el período de la Gran Depresión, que vivió en primera persona en California.
Esa preocupación por los problemas sociales y económicos de su época los reflejó en sus primeras novelas, de fuerte raíz local y campesina. Las duras condiciones de vida en el norte de Islandia, que él había vivido, pueden leerse en castellano en una excelente traducción de Gente independiente, una de sus mejores novelas. Su pasión por las sagas islandesas, y su personal actualización desde la perspectiva del siglo XX, tienen un buen ejemplo en La campana de Islandia.
La Islandia moderna
Sin embargo, como decíamos, Halldór Laxness vira en su forma de entender la literatura con la publicación de La base atómica. Tal vez no sea su novela más representativa –para lo que recomendaríamos los dos títulos arriba citados- pero creemos que es la obra en la que Laxness mantuvo un perfecto equilibrio entre la la tradición escandinava, la materia narrada y la perspectiva personal del autor.
La base atómica cuenta la historia de una joven campesina del norte de Islandia que baja a la capital a servir en casa de una familia rica e influyente. Entre recepciones a los políticos y empresarios más importantes de Islandia, la joven Ugla muestra una visión elemental del mundo, libre de todo prejuicio, que contrasta con los intereses de una clase dirigente comprometida en la construcción, en suelo islandés, de una base atómica de Estados Unidos.
A simple vista parecería que el contraste entre la mirada limpia de la sirvienta campesina y los sucios fines personales de unos políticos desaprensivos servirá en bandeja al lector un texto maniqueo. Afortunadamente, Halldór Laxness nos ofrece una posición inteligente llena de poesía, humor y realidad.
Materia y forma artística
El filósofo español Emilio Lledó fue un lector adelantado de la obra de Halddór Laxness. Aun sin haberse publicado en castellano La base atómica, Lledó hizo una perspicaz reseña de la novela en 1955 –basada en la versión inglesa- en la que subraya la honestidad del escritor islandés a la hora de afrontar la problemática que plantea la obra. En este sentido escribe Lledó:
Ugla, la protagonista, al llegar de su aldea del Norte, trae el sentimiento de inferioridad de todo provinciano, pero al poco tiempo descubre cómo la nueva vida ciudadana está falseada en su raíz. A pesar de los nuevos profetas que surgen, a pesar de todas las teorías y opiniones, hay un principio de falsedad, un estar instalado en ella consciente.
Con gran agudeza, Emilio Lledó comprende que el conflicto planteado en La base atómica radica en la contraposición de dos fuerzas, naturaleza y civilización y, dentro de ésta, en la normalización de la mentira dentro del discurso político y social. Es decir, algo muy actual ahora en pleno siglo XXI:
¿Por qué es la mentira, la media verdad, el instrumento para la ambición del hombre? ¿Por qué el egoísmo es capaz de olvidarse de todo, hasta de los elementales deberes, con tal de satisfacerse? Estas preguntas se van formando en el alma de la protagonista. Para contestarlas, no intenta ni por un momento una especie de “menosprecio de corte y alabanza de aldea”, sino que únicamente busca un poco de verdad.
Narrar la vida misma
Es curioso que la literatura islandesa, que tuvo una importancia capital a través de las Sagas -conocidas por el público hispano gracias a Borges-, encontrara en Halldór Laxness, un escritor realista, su máximo referente mundial. Bien es cierto que Laxness, durante una época, basó sus novelas en las Sagas y que incluso en novelas tan realistas como La base atómica siempre hay un fondo mítico, épico y lírico nada desdeñable, que imprime a la obra un atractivo muy especial.
Sin embargo, la vida impone su tributo a los escritores más comprometidos, y Halldór Laxness lo era. Lo que éste narra en La base atómica fue absolutamente real: Islandia firmó un acuerdo de defensa con Estados Unidos por el que cedía parte de su territorio, todo ello en plena Guerra Fría. Laxness, con gran valentía y coraje, refleja en su obra algo que estaba ocurriendo en esos momentos en su país.
Por ese motivo es por lo que entendemos que La base atómica es una gran novela, la obra de un maestro de la literatura: aúna valentía, inteligencia y arte creativo. Volviendo a las palabras de Emilio Lledó:
Laxness, en esta obra, no lanza ninguna nueva teoría social: su misión se reduce a hacer desfilar por los ojos puros de su protagonista una sociedad corrompida y en decadencia.
Este es el gran valor de esta novela: mantener el equilibro narrativo de la veracidad. Y todo ello mostrado con un vigoroso estilo, sencillo y cercano, perfectamente adecuado a las exigencias de la realidad narrada.