La zona de interés. Martin Amis: la visión del verdugo

la zona de interés portadaSi algo me llama la atención después de haber leído esta novela es la fama de polémica que la precedía. Al parecer las editoriales Gallimard, en Francia, y Hansen en Alemania, se habían negado a publicar esta obra argumentando que se hacía un tratamiento inadecuado del holocausto judío, intercalando dosis de humor. Francamente, ni entiendo ni comparto esa acusación. La novela no tiene nada de humorística en lo que se refiere al holocausto, si bien Amis, como buen inglés, hace uso de la ironía, pero se trata de una ironía muy amarga, muy crítica y muy medida, que trata de ser el contrapunto a una historia de verdadero horror. Por establecer una comparación, podría afirmarse que la película La vida es bella tiene mucho más humor que este libro. Y ambas obras, la literaria y la cinematográfica son, desde mi punto de vista, sumamente respetuosas con la cuestión de los campos de concentración.

Posiblemente el detalle más original de esta novela sea el punto de vista: es la visión de los verdugos, la perspectiva vista desde el lado de los propios nazis o colaboradores de los nazis que están trabajando en los campos de concentración. Este punto de vista está presente desde el propio título de la obra, pues la zona de interés es como los nazis del campo denominan al lugar en donde se procesan los cadáveres de los judíos, con el objetivo de minimizar, simplificar o simplemente eludir con el uso de un término vago, abstracto, difuso, el verdadero horror que se halla tras esas palabras. Tres son las voces principales de esta historia: por un lado, tenemos a Golo Bormann, un oficial nazi del campo, sobrino de uno de los más importantes altos cargos del Reich y hombre de confianza de Hitler. Golo es el típico playboy, mujeriego que, nada más comenzar la novela, confiesa su interés por Hannah Doll, la mujer del comandante del campo, Paul Doll. El comandante es un personaje bastante curioso, pues Amis nos lo describe como una especie de burócrata frío, depresivo y por momentos apático, como si su misión en el campo fuera, más que una misión impuesta por los jerarcas nazis, un trabajo fastidioso en el que se debe devanar los sesos planificando cómo deshacerse de todos los prisioneros que le van llegando. Por último encontramos el testimonio de Szmul, un sonder del campo, es decir, un miembro de los llamados Sonderkommandos, cuya terrorífica labor consistía en colaborar en la eliminación de cuerpos ya muertos, una de las tareas más horripilantes que le encargaban a ciertos judíos a cambio de mantenerse con vida, con los consiguientes conflictos morales que esto les planteaba. El relato de Szmul es escalofriante y contiene algunos de los momentos más impactantes de la novela, pues el suyo se trata de un punto de vista poco común.

Otro aspecto importante en La zona de interés es el triángulo Golo-Hannah-Paul que servirá como uno de los telones de fondo de esta narración contraponiendo el horror de lo que está sucediendo en el campo con un deseo de «normalidad» por parte de personajes como Hannah, un personaje clave a través del cual conocemos, por ejemplo, el insoportable hedor del campo. Pero lo más llamativo de esta historia, en mi opinión, se encuentra en el punto de vista de los narradores. Además de Szmul -que asume el terrible papel de víctima colaboradora con los verdugos y que plantea un dilema moral complicadísimo-, nos encontramos con una visión del infierno desde la perspectiva de quienes lo manejan con auténtico desapasionamiento, con la eficacia de un funcionario ágil y diligente que se limita a aplicar reglamentos y normativas con el único objeto de cumplir índices, estadísticas, objetivos que parecerían triviales si no fuera porque tratan de dirigir y resolver de la forma más ordenada, eficiente y rápida posible, el exterminio de miles de presos. Amis usa a veces una ironía mordaz, desgarradora, como cuando el comandante del campo atiende educadamente a una prisionera judía recién llegada en los vagones de un tren que se queja amargamente de que durante todo el trayecto no han recibido alimentos ni agua, con una ingenuidad que trastoca al comandante.

Amis es implacable con sus personajes, seres fríos, verdugos sistemáticos, auténticos burócratas de la muerte, alejados de la compasión por necesidad, como único remedio para poder soportar el horror que ellos mismo construyen día tras día, y que solo puede soportarse con un proceso brutal de deshumanización o tratando de evadir sus mentes ocupándose de asuntos triviales de celos y flirteos, fiestas y bailes, etc. Personajes como Szmul nos muestran una vez más ese contrapunto entre la frivolidad de ciertos oficiales y la angustia de un prisionero que llega a la conclusión de que es mejor estar muerto que mantenerse vivo como un muerto viviente, obligado a hacer un trabajo repugnante.

La Zona de Interés es una historia en la que lo que se cuenta queda descrito de un modo más patente en la atmósfera que a través de los personajes. Las descripciones del campo son pocas y escuetas, pero impregnadas de horror, como cuando se nos describe el suelo cubierto de nieve que cambia progresivamente de color, del blanco al gris ceniza, del gris al ocre, y de ahí nuevamente al blanco.

Sin ser la novela que más me ha gustado de todas las que he leído de este escritor, Amis vuelve a sorprenderme, sin embargo, por su versatilidad y capacidad para escribir historias con estilos, temáticas y ritmos completamente diferentes. Aunque no era esta la primera vez que Martin Amis escribía sobre el holocausto, creo que, lejos de esas críticas que han polemizado con el tratamiento del supuesto humor en esta novela, se trata de una historia que está narrada de un modo muy serio y con un estilo impecable, como corresponde a un autor de esta talla.

La zona de interés. Martin Amis. Anagrama

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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