Los cantos de Maldoror, del Conde de Lautréamont: visiones de la crueldad

Los cantos de Maldoror

Los cantos de Maldoror, del escritor Isidore Lucien Ducasse, mejor conocido como el Conde de Lautréamont, es uno de los libros más polémicos, extraños y oscuros de la poesía maldita.

La mejor manera de clasificar una obra como Los cantos de Maldoror es catalogándola como inclasificable. Podríamos decir, no obstante, que los textos que conforman esta obra están escritos en forma de prosa poética. Pero es una poética oscura, demoniaca, que al menos a mí me trajo a la memoria a Luzbel (luz bella), uno de los primeros ángeles caídos, de extraordinaria belleza. Y es que en esta obra Lautréamont se esmera en buscar la belleza en la crueldad y en la violencia.

En cuanto a su estructura, Los cantos de Maldoror se agrupan en seis capítulos o cantos. La obra retrata la maldad con una fuerza poética propia de su época.

Fue publicada en la segunda mitad del siglo XIX. Rechazada en su tiempo, el surrealismo la rescata un siglo después, atraído por su insólita fluidez narrativa, sus sombrías metáforas y pasión aberrante.

Conde de Lautréamont (Montevideo, 1846 – París, 1870)

Visiones de la crueldad

Lautréamont inicia Los cantos de Maldoror con una directa y bucólica afrenta al lector. Advierte que las sombrías páginas  allí dispuestas están llenas de veneno y, para su lectura, se requiere una rigurosa lógica y una igual tensión de espíritu.

El autor despliega un relato que retrata la crueldad, y se congracia de ello. Maldoror, protagonista de la historia, es un hombre desencantado de la vida, resentido con Dios y con sus semejantes.

Luego de caer en la cuenta de que ha nacido malo, se desatan en él las más terribles pasiones, movidas por un ansia descontrolada del encuentro con el infinito. Así, invaden su cordura, volcándole a la más tenebrosa locura.

Entonces, el lector se verá inmerso en una impactante narrativa, pues será sacudido por lo más insólito y visceral del espíritu humano. Atreverse a ingresar en el reino de Maldoror, implica un encuentro sublime (pero desgarrador) con la naturaleza humana, en su estado primordial.

Así pues, no hay cabida para la luz entre sus páginas, si es que algún rescoldo queda. Básicamente, Los cantos de Maldoror están impregnados por la emanante oscuridad, que del mal y los espíritus condenados a él se manifiestan en cada frase.

En el universo narrativo de Los cantos de Maldoror se encuentra la risa sarcástica, que reclama a Demócrito como padre; una melancolía amarga y negra, que se desata de lo más recóndito de la narración. Se puede ver lo abyecto, que se manifiesta sutil, pero impávidamente, emanando de la sangre, las tripas y los cadáveres.

Estilo de la obra

Su extraño y desconcertante estilo literario es de difícil definición, pues además de verse imbuido por un Romanticismo negro en su núcleo, también es precursor del  existencialismo, el surrealismo y el simbolismo, movimientos transgresores que verían la luz tiempo después.

En uno de sus párrafos, Lautréamont habla sobre la podredumbre y las exhalaciones de su cadáver, en seguida comenta cómo en una de sus axilas, vive una familia de sapos, los cuales le hacen cosquillas al moverse.

Su prosa se despliega con palpable  fluidez. La narración, en su extraña y compleja naturaleza, se mueve en su propia lógica. Las imágenes que se crean, a través de la estructura retórica, son en su mayoría visuales.

Estas visiones, vienen dadas como si de un sueño o, mejor dicho, de una pesadilla, se tratara. Dichas visiones son relatadas una tras otra, en un extraño orden lógico. De allí que interesara tanto a los surrealistas.

Sobre su extraño estilo narrativo, el mismo Conde de Lautréamont comenta que no se preste atención a su extraña manera de relatar o cantar, cada una de sus estrofas. Y afirma como suya, la literatura tan particular que crea.

El significado del escrito

Indudablemente, Los cantos de Maldoror del Conde de Lautréamont, representa un hito en la narrativa universal. Se considera a su autor, junto con Rimbaud, como uno de los creadores de la poesía moderna.

Los cantos de Maldoror son un himno a lo maligno, a la pasión malsana. En él se contienen las visiones malditas que palpitan en la oscuridad de la noche. En cada página se descubre el anhelado infinito, a través de una rebelión transgresora, que invoca su autor y reclama como único manifiesto, como única verdad, ante un mundo injusto e indolente.

Los cantos de Maldoror. Conde de Lautréamont, Alianza Editorial.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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