Poetas de Cuba: Nicolás Guillén.

Nicolás Guillén (1902-1989). Cuba

Breve reseña biográfica de Nicolás Guillén

La obra de Nicolás Guillén se encuentra ligada a las tradiciones afrocubanas y es el máximo representante de la llamada «poesía negra» afrocubana y una de las principales figuras de la cultura cubana.

Nicolas Guillén inició su actividad literaria trabajando como periodista en El Camagüeyano. En 1937 ingresó en el Partido Comunista de Cuba y participó en el Congreso por la Defensa de la Cultura, realizado en Valencia en plena Guerra Civil española, donde conoció a Pablo Neruda, Rafael Alberti, Federico García Lorca y Octavio Paz, y su obra alcanzó difusión europea.

A su regreso a Cuba, Nicolas Guillén dirigió la revista Mediodía y participó de los movimientos de vanguardia. Pasó varios años en el exilio, viajando por Sudamérica, y regresó a Cuba en 1959 cuando triunfó la revolución cubana liderada por Fidel Castro.

La obra de Nicolás Guillén se inició en el posmodernismo, aunque pronto su producción se orientó hacia el vanguardismo, cultivando la llamada «poesía negra», tendencia surgida en torno a 1930 en las Antillas y caracterizada por un peculiar sentido rítmico, la temática del mestizaje e incluso el uso de una fonética afrocubana. A esa época pertenecen Motivos de son (1930) y Sóngoro cosongo (1931). Con West Indies Limited (1934), incorpora en su poesía la protesta política.

En ese sentido Nicolás Guillén escribió Cantos para soldados y sones para turistas (1937), donde conservaba los ritmos afrocubanos al tiempo que introducía algunos rasgos estilísticos que predominaron en su lírica posterior, como las transgresiones sintácticas propias del futurismo, el uso de «jitanjáforas», la rima aguda, las reiteraciones o la enumeración.

En de 1937 publicó Poemas en cuatro angustias y una esperanza, una crítica a la barbarie de la Guerra Civil española y el asesinato de Federico García Lorca. En su poesía posterior el elemento rítmico fue decreciendo para adoptar un tono más elevado y ambicioso desde El son entero (1947) hasta La paloma de vuelo popular (1958) y Antología mayor (1964), donde mostró su compromiso político y social.

Además de la temática política, la poesía de Nicolás Guillén abordó la trascendencia del amor y la muerte en los poemarios Tengo (1964) y Poemas de Amor (1964). Con posterioridad publicó los poemarios El gran zoo (1967), La rueda dentada (1972), El diario de a diario (1972) y Por el mar de las Antillas anda un barco de papel (1977.

La poesía que hoy vamos a reseñar pertenece a esta última etapa:

UN POEMA DE AMOR

No sé. Lo ignoro.
Desconozco todo el tiempo que anduve
sin encontrarla nuevamente.
¿Tal vez un siglo? Acaso.
Acaso un poco menos: noventa y nueve años.
¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma,
un tiempo enorme, enorme, enorme.

Al fin, como una rosa súbita,
repentina campánula temblando,
la noticia.
Saber de pronto
que iba a verla otra vez, que la tendría
cerca, tangible, real, como en los sueños.
¡Qué explosión contenida!
¡Qué trueno sordo
rodándome en las venas,
estallando allá arriba
bajo mi sangre, en una
nocturna tempestad!
¿Y el hallazgo, en seguida? ¿Y la manera
de saludarnos, de manera
que nadie comprendiera
que ésa es nuestra propia manera?
Un roce apenas, un contacto eléctrico,
un apretón conspirativo, una mirada,
un palpitar del corazón
gritando, aullando con silenciosa voz.

Después
(ya lo sabéis desde los quince años)
ese aletear de las palabras presas,
palabras de ojos bajos,
penitenciales,
entre testigos enemigos.
Todavía
un amor de «lo amo»,
de «usted», de «bien quisiera,
pero es imposible»… De «no podemos,
no, piénselo usted mejor»…
Es un amor así,
es un amor de abismo en primavera,
cortés, cordial, feliz, fatal.
La despedida, luego,
genérica,,
en el turbión de los amigos.
Verla partir y amarla como nunca;
seguirla con los ojos,
y ya sin ojos seguir viéndola lejos,
allá lejos, y aun seguirla
más lejos todavía,
hecha de noche,
de mordedura, beso, insomnio,
veneno, éxtasis, convulsión,
suspiro, sangre, muerte…
Hecha
de esa sustancia conocida
con que amasamos una estrella.

Nicolás Guillén consiguió con Un poema de amor un texto abierto a distintas interpretaciones que confirma la maestría del autor cubano que tanto luchó, como él mismo indicase, por la cultura mulata. A continuación, se comentan las características principales de un poema tan genial como imprescindible.

¿Es, en realidad, un poema de amor?

El texto se publicó en la obra Poemas de amor. En la segunda parte del poema así parece confirmarse. Con versos como «ese aletear de las palabras presas, palabras de ojos bajos, penitenciales, entre testigos enemigos. Todavía un amor de «lo amo», de «usted», de «bien quisiera, pero es imposible» parece que se trata de un texto dirigido a otra persona. 

Sin embargo, lo que se relata no es tanto el encuentro con la otra persona como la certeza de la despedida («La despedida, luego, genérica, en el turbión de los amigos») y el reconocer que ese amor es imposible. Teniendo en cuenta que la primera parte ofrece una información casi contraria a lo que podría ser un poema de temática amorosa, sería positivo valorar otra posibilidad.

¿A qué se refiere el autor?

Comienza el texto indicando que «desconozco todo el tiempo que anduve sin encontrarla nuevamente» subrayando que podrían haber sido hasta 99 años (una metáfora que hace alusión a lo insoportable de la separación). Esa tristeza se rompe con una positiva noticia: volverá a ver a la otra persona («Saber de pronto que iba a verla otra vez, que la tendría cerca, tangible, real»).

¿Qué se deduce de todo lo anterior? Que el autor podría estar refiriéndose a sus diversos viajes por el mundo defendiendo la causa cubana y que su amada no es otra que España. Incluso alude a esa posible visita que tendría que ser, forzosamente, corta ( «verla partir y amarla como nunca; seguirla con los ojos, y ya sin ojos seguir viéndola lejos, allá lejos, y aun seguirla más lejos todavía»).

Se confirma esta teoría con los últimos versos en los que cambia bruscamente de estilo para indicar que su amada está hecha de «veneno, éxtasis, convulsión, suspiro, sangre, muerte». Algunas voces subrayan que puede tratarse de una alusión a la dictadura franquista que intentó combatir en España colaborando con colectivos oprimidos.

Un estilo distinto.

Si bien buena parte de los autores de su generación apostó casi por la prosa poética, Guillén prefiere el uso de términos más directos y por provocar un contraste entre la primera parte, donde expone la ilusión por volver a ver a la persona, y la última, en la que se precipita hacia el final eligiendo palabras mucho más duras.

El equilibrio entre ambas partes, la apuesta por los versos libres y las pinceladas de modernidad del texto son, sin duda, los mejores avales para considerarlo uno de los poemas más logrados de su producción.

4/5 - (1 voto)

Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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