Sputnik mi amor. Haruki Murakami

Sputnik mi amor. Haruki Murakami

K., un maestro de escuela, nos cuenta su extraña relación con Sumire, una extrovertida, desinhibida joven que pretende ser escritora. Sumire se enamora de Myu, mujer de mediana edad a la que conoce porque la contrata como secretaria y chica arregla-todo en su empresa familiar. Myu desconoce este amor, y aunque siente simpatía por Sumire, se siente responsable de su desaparición durante uno de sus viajes de negocios y placer, y llama a K. para que le ayude a encontrarla.

Se trata, en toda regla, de un triángulo amoroso de amores unidireccionales, donde la soledad prolongada, los sentimientos reprimidos de los enamorados y la incomunicación sentimental es el principal tema del libro. O podríamos pensarlo así, porque los libros de Haruki Murakami son, por decirlo de alguna manera moderna, poliédricos. Tienen muchas facetas y aspectos dispares. Los elementos de soledad y alienación están presentes también su siguiente novela, Kafka en la orilla, pero de una forma posiblemente más realista. Un viaje, una búsqueda, una puerta que se puede franquear en determinadas circunstancias de transformación de la conciencia. La puerta por donde alcanzamos otros niveles de existencia, donde podemos vernos haciendo las cosas que solemos hacer, o que nos gusta hacer.

El autor no es explícito sobre el significado de estas puertas, tan comunes en sus novelas. No son, desde luego, meras metáforas que podamos entender fácilmente. Así pues, estas dos novelas de Murakami están abiertas a una interpretación personal, libre y privada. La mía particular es la posibilidad de cambiar de vida, la capacidad que tenemos todos de llegar a un punto de inflexión en nuestras ambiciones y deseos, la facultad de poder quitarnos la venda que nuestro ego y pensamiento, nuestra idea propia de nosotros mismos, nos coloca delante de nuestro corazón. Sumire y Myu sufren sucesos parecidos, acontecimientos que les provocan incluso cambios fisiológicos importantes, que suponen esa puerta que nos acerca a la realidad que hay más allá de nosotros mismos.

Las diferencias entre las dos novelas citadas son, a pesar de todo, importantes. El narrador en primera persona sirve de vía conductora del relato, y nos adentra en sus sentimientos mucho más que en los protagonistas de Kafka en la orilla. La puerta de Kafka es bien clara y concisa, de hecho corresponde con un elemento físico, una piedra o losa. Aquí suponemos que Sumire la ha cruzado, para volver al mundo a través de una llamada telefónica a K, donde le cuenta poco más que se encuentra bien. Todo se aclarará más tarde, se espera un final feliz, pero Murakami retira la explicación al lector. La vida de K. es bien ordenada y metódica, es una persona reflexiva e inteligente, en comparación con los personajes de Kafka en la orilla. Finalmente, Sputnik es mucho más corta, casi un relato largo, lo que hace que se dejen muchos cabos sueltos, además de la ausencia de explicación de la desaparición de la chica. Posiblemente como las cosas importantes de la vida, que nunca llegamos a dominar ni controlar.

Murakami escribe una novela obsesiva y reflexiva, una pieza literaria incontrovertible; sin lugar a dudas es un conocedor de los sentimientos más profundos del alma, y también un excelente constructor de un mundo lleno de enigmas y misterios personales.

Sputnik mi amor. Haruki Murakami. Tusquets

 

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