Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé: el desencanto del sueño burgués

Portada de Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé

Hay novelas que retratan una época con tanta precisión que, incluso décadas después, siguen iluminando los contrastes de una sociedad que no ha cambiado tanto como creemos. Últimas tardes con Teresa (1966), de Juan Marsé, es una de esas obras. Con una mezcla de realismo social, ironía y lirismo, Marsé nos sumerge en la Barcelona de los años cincuenta y sesenta para contarnos una historia de deseo, ambición y desencanto, donde el amor es solo un espejismo y la lucha de clases se infiltra hasta en los sentimientos más íntimos.

El protagonista de la novela es Manolo Reyes, alias el Pijoaparte, un joven de origen humilde que vive en los barrios obreros de Barcelona y que sueña con ascender en la escala social a cualquier precio. No tiene escrúpulos, pero sí una intuición aguda para detectar las fisuras en el mundo burgués que tanto anhela. Su principal estrategia es el engaño: roba motocicletas, frecuenta ambientes que no le corresponden y finge ser alguien que no es para colarse en la vida de los que tienen todo lo que él desea.

En el otro extremo está Teresa Serrat, una joven de familia acomodada que estudia en la universidad y se siente atraída por el mundo obrero desde una posición de idealismo ingenuo. Simpatiza con la lucha de los trabajadores, se cree revolucionaria y quiere vivir experiencias que la alejen de la comodidad de su clase. Su atracción por el Pijoaparte no es solo erótica, sino también intelectual: lo ve como un símbolo de autenticidad, como un representante de ese pueblo oprimido al que quiere acercarse, sin darse cuenta de que, en realidad, no entiende nada de ese mundo.

El encuentro entre Manolo y Teresa es el choque de dos mundos que se miran con deseo y desprecio a la vez. Para él, Teresa representa la belleza, el lujo y la posibilidad de escapar de su destino de miseria. Para ella, Manolo es una aventura, una forma de sentirse más cerca del pueblo sin renunciar a sus privilegios. Pero en el juego de las apariencias, la realidad acaba imponiéndose. La historia de amor que parece iniciarse con el brillo de la pasión acaba convertida en un ejercicio de desencanto, donde los sueños de ascenso social y las fantasías revolucionarias se desmoronan por su propio peso.

Marsé construye esta historia con una prosa que oscila entre la crudeza del realismo y la nostalgia de un tiempo perdido. Su estilo es ágil, con descripciones precisas y diálogos que capturan a la perfección el tono de cada personaje. Pero lo más brillante de la novela es su ironía: Marsé no se burla de sus personajes, pero tampoco los idealiza. El Pijoaparte es un oportunista, pero también un joven atrapado en una sociedad que no le da opciones reales de ascenso. Teresa es generosa en sus ideas, pero ingenua en su comprensión de la realidad. Ninguno de los dos es completamente culpable ni completamente inocente, y es en esa ambigüedad donde la novela encuentra su fuerza.

El trasfondo social es fundamental en Últimas tardes con Teresa. La Barcelona que Marsé retrata es una ciudad dividida entre la burguesía que vive en Sarrià y los inmigrantes que sobreviven en los barrios periféricos. La lucha de clases no es un concepto abstracto, sino una realidad cotidiana que se refleja en cada gesto, en cada conversación, en cada intento de Manolo por entrar en un mundo que no lo quiere. El Pijoaparte nunca será aceptado en la élite, pero tampoco encaja ya en su propio barrio. Es un personaje atrapado entre dos realidades, sin pertenecer del todo a ninguna.

La novela también es una crítica a la hipocresía de la izquierda burguesa que juega a la revolución desde la comodidad de su posición social. Teresa y sus amigos hablan de justicia, de cambios, de solidaridad con los obreros, pero al final del día regresan a sus casas sin renunciar a ninguno de sus privilegios. Para ellos, Manolo es un entretenimiento, una historia para contar, pero nunca alguien a quien realmente consideren su igual.

Últimas tardes con Teresa es, en última instancia, una novela sobre la imposibilidad de los sueños cuando la realidad social es inquebrantable. No hay finales felices ni redenciones inesperadas. Lo que queda es la constatación de que el amor no basta para romper las barreras de clase, que los anhelos de ascenso social pueden ser solo ilusiones y que, en el fondo, todos somos prisioneros de nuestra propia condición.

Casi sesenta años después de su publicación, la novela sigue siendo un retrato feroz de las desigualdades, de la lucha por escapar de un destino impuesto y de los espejismos que nos hacemos creer para soportar mejor la realidad. Leerla hoy es descubrir que el mundo ha cambiado menos de lo que nos gustaría pensar, y que la historia de un Pijoaparte que quiere ser alguien sigue resonando con la misma intensidad que el primer día.

Últimas tardes con Teresa. Juan Marsé. Seix Barral.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016), Camino sin señalizar (2022) y El sicario del Sacromonte (2024).

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