El hombre invisible, de Ralph Ellison: la lucha por la igualdad

Portada de El hombre invisible-Ralph Ellison

Esta historia nos lleva al sur de Estados Unidos, en la década de los cincuenta. Un sur segregado racialmente. Un hombre que se hace llamar el hombre invisible rememora su vida desde un sótano en Nueva York.

Explicación del título

La explicación de esta auto denominación de el hombre invisible la proporciona el propio narrador al comienzo de la novela:

Sabed que si soy invisible ello se debe, tan sólo, a que la gente se niega a verme. 

Una frase que ya anuncia el problema que se plantea a lo largo de toda la novela: una sociedad racista dominada por blancos que se niegan a ver a los negros. En la misma introducción, el narrador añade, no sin ironía:

No me quejo, ni tampoco protesto. A veces es una ventaja pasar sin ser visto, aunque por lo general ataca los nervios.

Lo cierto es que, durante la mayor parte del tiempo, el protagonista de El hombre invisible siente que su identidad ha sido dictada por la sociedad dominada por los blancos.

Todo comienza en el lecho de muerte su abuelo. Un hombre que nació y vivió como un esclavo fiel y obediente toda su vida. Fiel a un sistema que lo oprimía y lo vejaba. En sus últimos momentos, se revela y despotrica contra todo aquello que sufrió y toleró. Su nieto, que creció con el ejemplo del viejo moribundo, discrepa con este último momento de vida.

El hombre invisible en la Universidad

Contada en primera persona, nuestro narrador sin nombre cumple a cabalidad con el papel que la sociedad sureña de la época le pide. Es un buen estudiante y tiene una especial habilidad para dar discursos. En el pueblo le invitan a una batalla de oratoria. Engañado, este se presenta al evento y lo hacen pelear cuerpo a cuerpo con otros negros. Tras la victoria, gana el derecho de declamar su discurso y una beca para estudiar en la universidad estatal para negros. Ahí conoce al señor Bledsoe, el director, con quien aspira a trabajar.

A pesar de sus esfuerzos y, por un golpe del destino, es expulsado. Es entonces que el señor Bledsoe le da cartas de recomendación y le sugiere mudarse al norte. Es así que decide trasladarse a Nueva York, donde cree percibir una sociedad que se diferencia, al menos en lo externo, con la del sur, pues parece ser más abierta y, extrañamente para el narrador, los blancos le tratan como un igual.

Sobrevivir en la gran ciudad

Nuestro protagonista se muestra optimista por su educación y sobre todo por las cartas de recomendación que en realidad no le valen para nada. Al comprender que las cartas que le proporcionó el señor Bledsoe no le van a ayudar a conseguir su propósito de regresar a la Universidad de la que ha sido injustamente expulsado, comienza a buscar trabajo. Así es como descubre con amargura que la sociedad, en efecto, aparenta ser más libre, pero, en realidad, es hipócrita y racista. El capitalismo los obliga a convivir con afrodescendientes.

Aunque al poco de llegar a Nueva York consigue trabajar en una fábrica de pinturas, allí choca frontalmente, sin buscarlo, con sus jefes y compañeros de trabajo. Sus encargados lo acusan de inútil, los sindicalistas lo tachan de esquirol y espía, y otros de ser un marxista antisistema cuyo único propósito es hundir la empresa.

Abrumado por las dificultades, el hombre invisible se refugia en la casa de una mujer negra que vive en el Harlem y que lo acoge como a un hijo. Angustiado por no encontrar trabajo y no poder pagar el alquiler a su benefactora, el narrador se echa a la calle y se topa con un desahucio a una pareja negra octogenaria.

La situación hace que el hombre invisible se subleve y con su capacidad retórica, consigue que todo el barrio se levante para ayudar a la pareja que ha quedado en la calle. Uno de los testigos de ese acto, un miembro de la Hermandad, se interesa por nuestro protagonista y trata de captarlo.

El hombre invisible conoce a La Hermandad

En el Harlem se une a la Hermandad, un movimiento marxista y de izquierdas. Esto en realidad es sorprendente, pues hay que recordar que el protagonista viene de haber crecido y ser educado en una sociedad conservadora y racista. El trato con los neoyorquinos le descoloca.

Se dedica a pronunciar discursos y a ganar popularidad en su comunidad, pero la Hermandad no le permitirá destacar. Le piden que traslade sus esfuerzos a otra parte de la ciudad y dar conferencias sobre la mujer en la sociedad.

Cuando uno de sus amigos, miembro de la Hermandad, es asesinado en su presencia por un policía, exhibe nuevamente sus dotes de orador y decide hacer una especie de funeral público para honrar a su amigo asesinado.

Esta decisión no será bien recibida por los demás miembros de la Hermandad que perciben su acto como una traición y una conducta individualista. Desterrado, sin amigos y sin oportunidades, pasa de ser un ciudadano modelo adaptado y subyugado al sistema que pertenece a convertirse en un revolucionario que espera el momento oportuno para abandonar su hibernación.

Sobre el estilo de El hombre invisible

El hombre invisible está considerada como una de las novelas clásicas modernas de Estados Unidos. Ralph Ellison hace uso de una narración circular para contar las desventuras del hombre invisible, un hombre ignorado por la sociedad, un hombre que, de morir, pasaría desapercibido. Su circularidad radica en que, cada vez que parece que la vida le sonríe, un acontecimiento lo deja en la misma posición en la que estaba e incluso lo puede dejar peor.

Una y otra vez esa es la suerte y el destino de todo hombre como él, que se atreve a desafiar al sistema o a buscar un papel protagonista. Un hombre racializado no puede seguir por otro camino y debe aceptar su condición. Ralph Ellison hace una crítica a la sociedad en la que creció y se desarrolló y, a pesar de ser ficción, el autor no pudo evitar dejar una parte de sí y darle toques autobiográficos. Un clásico imperdible que, en su momento, le mereció el National Book Award.

El hombre invisible. Ralph Ellison. Debolsillo.

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Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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