“…..y quizás sonría” de Inés Narváez Arróspide

Inés Narváez vuelve a la escena madrileña, dentro del festival Surge,  con un nuevo sólo de danza contemporánea que da la mano y cierra el que fuera su primer trabajo en solitario: “Un minuto de silencio”; un trabajo íntimo y personal, con el que la madrileña se expone ante la audiencia y exorciza sus demonios dejando que se los lleve un torrente de agua.

“…..y quizás sonría” versa sobre la necesidad de la tristeza, sobre dejarse afectar por ella y el poder catártico que ello supone. Cinco puntos suspensivos preceden al título, uno por cada miembro de su familia, uno por cada cala que se encuentra suspendida en su preciosista escenografía, y cada uno de esos puntos conducen al interior de una Inés que nuevamente nos lleva por los derroteros de su pena, una pena que se confunde con la rabia en el movimiento espasmódico y desgarrado que puebla el núcleo fuerte de su pieza, pero que se deja ir, como la lluvia que cae en el excelente ambiente sonoro creado por Mónica Runde.

Decía Roy Batty que “todos esos recuerdos se perderán, como lágrimas en la lluvia”, “…..y quizás sonría” son esas cinco lágrimas suspendidas, aferradas al espacio sin terminar de caer, sin lluvia que se las lleve y que las haga confundirse con el torrente. Así, la creadora nos conduce a su particular ceremonia de practicar autopsias a flores, momento álgido de su propuesta, en el que, arrodillada frente a una mesa baja, y con aire ritual, practica su particular ceremonia japonesa del té -o del harakiri, según se mire-. Una descarnada masacre de flores al son de las músicas de su pasado, oídas en la distancia. La plasticidad del cuchillo que desgarra la carnosidad de las plantas se acompasa a la perfección con la expresividad de una mujer que asesta las cuchilladas con meticulosa, primorosa precisión.

El universo onírico y melancólico de Narváez nos trasporta a un estado de desasosiego de inquietante  reconocimiento de sensaciones atragantadas. Una experiencia cercana a la lectura de un diario abandonado, entre lo extremadamente voyeur y lo terriblemente incómodo, y lo hace con la delicadeza de regalarnos un movimiento que, una vez has entrado en su discurso, se antoja extremadamente bello.

La pieza de Narváez Arróspide cuenta con la poética proyección de su propio doppelgänger, que entra y sale de escena exclusivamente con el propósito de llenar una silla suspendida por encima del espacio escénico. Una imagen de ella misma ocupando la plaza vacante por encima de su cabeza. Un fantasma que merodea por la sala y que, en ocasiones, le dedica una mirada a la intérprete.

“…..y quizás sonría” esboza los intentos de la creadora de lidiar con el conflicto, las lides en que no se puede ni vencer ni claudicar, porque no hay batalla que ganar. Nos hace mirar un poquito dentro de nosotros y recapacitar acerca de todos esos momentos en la vida de uno en los que no queda más remedio que pasar página, por duro que pueda llegar a ser. Y tal vez así, volvamos a encontrar a nuestro fantasma sentado donde debe estar.

“…..y quizás sonría”. Inés Narváez Arróspide. Festival Surge. Sala Mirador.

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