Lumpérica, de Diamela Eltit: el espacio y la herida.

Lumpérica es la primera novela de la escritora chilena Diamela Eltit. Fue publicada en Chile en el año 1983, en plena dictadura militar de Pinochet, contexto que forjó, en gran medida, la realidad de esta obra literaria. La misma autora ha explicado en diversas entrevistas que sintió el peso de una gran censura durante el proceso de escritura. Y esa censura era no solo desde el ámbito gubernamental, sino también del editorial e incluso del personal, aspecto que tiene su reflejo final en el tipo de prosa que tiene este texto.

Trama y protagonista de Lumpérica.

No es posible establecer una trama clara en Lumpérica. Más bien, la autora se ocupa de construir sensaciones que ayudan a desplegar la imaginación del lector. La escritora describe lugares públicos, una plaza, una cámara y una protagonista que solo se identifica como L. Iluminada.

Lumpérica cuenta la historia de L. Iluminada, una indigente de los barrios de Santiago que, en al anochecer, se acerca hasta la plaza pública y, en compañía de otros seres marginales como ella realizan una serie de “actuaciones” que son grabadas por una cámara. Este extraño ritual que se sucede cada noche se realiza en la oscuridad, bajo la luz de un cartel luminoso, hasta que de nuevo amanece y con el nuevo día todos esos ”ejercicios de experimentación”, que incluyen un repertorio variado desde el exhibicionismo hasta la autolesión, concluyen hasta que de nuevo llega la noche.

Cada párrafo de Lumpérica no nos relata gran cosa, más bien describe el mundo sensorial, texturas, aromas, gustos, sonidos y palabras que entregan información sobre lo que ocurre en el entorno en que se desarrolla la novela. La autora se limita a entregar señales, un conjunto de palabras que parecen unirse y desintegrarse a un mismo tiempo para integrarse en un texto de una dificultad más que evidente.

Uno de los aspectos más destacado de Lumpérica es justamente su lenguaje, un lenguaje lumínico que quizá solo está destinados a ser entendido los protagonistas de esta historia, las personas que se hallan en la plaza. Asimismo, Diamela Eltit parece querer transmitirnos un mensaje encriptado que solo unos pocos pueden descifrar.

Pero quizá lo que más destaque de Lumpérica, lo que convierte a esta obra en una de las más importantes de la literatura hispanoamericana, es su uso del espacio narrativo. La estrecha relación que guardan la plaza pública y una sala de interrogatorios desencadena un enfrentamiento del lector con (o contra) los discursos de dominación, humillación, tortura y marginalización de la sociedad chilena en una época muy dura.

La protagonista L. Iluminada se encuentra bajo una luminaria, tal cual indica su nombre, mientras «los pálidos», seres que habitan ese espacio, representan escenas de una filmación, gestos, abrazos, caídas, heridas, etcétera. Todo esto se describe al detalle, por lo que el lector es parte de la acción de manera cercana.

De igual modo, se presenta un interrogatorio, el cual se describe con la misma calidad literaria y detallista. El lector se convierte en cierto modo en un testigo, a la vez que puede sentir lo que ocurre, como si fuera una situación cotidiana. Los pasajes de Lumpérica con el interrogatorio nos recuerdan la violencia de aquellos años, una que fue impuesta sin oportunidad de negarse. También, nos hace cómplices sin llegar a entender lo que realmente ocurre.

Todas estas escenas se desarrollan durante la noche. De este modo, las luces enseñan los detalles que son necesarios, en donde un cartel publicitario toma protagonismo. Además, indican donde debemos poner nuestros ojos, como si estuviésemos en un proscenio de teatro. En este contexto, perdemos la noción del tiempo.

Sentido y punto de vista en Lumpérica.

Lumpérica nos pone en el lugar de espectadores, al mismo tiempo que somos observados por una entidad que desconocemos. ¿La censura de aquellos años? ¿El control? ¿La vigilancia? No lo sabemos, pero nos sentimos observados durante todo el texto. No queda claro si es el narrador que es omnisciente o si es alguien que vigila nuestros pasos y nos acecha en la oscuridad.

Sin lugar a dudas, la primera novela de Diamela Eltit nos sumerge en un clima agobiante y claustrofóbico, a pesar de que se desarrolla en un escenario abierto. La oscuridad se cierne sobre nosotros, sobre «los pálidos», sobre la misma L.Iluminada y sobre todas las personas que habitan aquella plaza. En un encierro a cielo abierto, con un manto que lo cubre todo.

Es quizá este sentido de claustrofobia lo que le da sentido total a la novela. Cada detalle, cada sensación, cada textura, aroma, color o luminancia refleja un mundo interno del cual es imposible escapar. Más allá del borde de la luz, no queda nada claro. Puede haber muerte, tortura, libertad, angustia o desolación. No lo sabemos.

Diamela Eltit nos pone en esta disyuntiva: o seguir observando lo que acontece o podemos dar la media vuelta y huir. ¿Pero es posible? No lo sabemos. Solo tenemos una cosa en claro, el mundo de Lumpérica en aquel momento es oscuro, agobiante y asfixiante.

Lumpérica. Diamela Eltit. Seix Barral.

Otras reseñas: Balún Canán

5/5 - (1 voto)

Acerca de Jaime Molina

Licenciado en Informática por la Universidad de Granada. Autor de las novelas cortas El pianista acompañante (2009, premio Rei en Jaume) y El fantasma de John Wayne (2011, premio Castillo- Puche) y las novelas Lejos del cielo (2011, premio Blasco Ibáñez), Una casa respetable (2013, premio Juan Valera), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y Camino sin señalizar (2022).

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