Estoy dedicado a una aventura perpetua, la más excitante y en todo sentido la mayor de mi vida, y que consiste en haber entrado por más de cuatro años en un estado de salud tanto mejor de cuantos he conocido, que toda mi conciencia se transforma por el intenso alivio y pierdo mucho tiempo pinchándome para ver si realmente «ese soy yo».
Desde el fondo del corazón lo compadezco por no poseer alguna puerta practicable para salir de usted mismo. Todos necesitamos una, y si yo no tuviera la mía, bueno, no estaría escribiéndole esto ahora. Es necesario, creo, muchísimo coraje y paciencia para vivir, pero uno debe hacerlo todo por inventar, por abrir esa puerta de salida de la mera inmersión en los propios estados.
Por supuesto somos los únicos sobrevivientes, por supuesto que el pasado que fueron nuestras vidas está en el fondo de un abismo, si es que el abismo tiene algún fondo; por supuesto, también, no tiene sentido conversar a menos que uno particularmente lo desee. Pero el propósito de mis divagaciones impresas fue demostrarte que uno puede, extraño decirlo, aun desearlo, o al menos puede comportarse como si así fuera.
Ves que aún, en presencia de la vida, tengo reacciones -tantas como son posibles- y el libro que te envié es una prueba de ellas. Es, supongo, porque soy ese extraño monstruo, el artista, una finalidad obstinada, una sensibilidad inagotable. De ahí que las reacciones: aspecto, recuerdos, muchas cosas, siguen incidiendo sobre ello con la consecuencia de que noto y «gozo» (¡triste palabra!) notando. Todo requiere hacer, y yo hago. Creo que volveré a hacer: sigue siendo un acto de vida.
Queridos y muy estimados hermano y hermana: Llamo vuestra atención a las preciosas transcripciones incluidas de planes y diseños para la decoración de ciertos departamentos de los palacios de acá, el Louvre y las Tullerías, que encontrarán dirigidos en detalle a artistas y trabajadores que deben tomarlos en sus manos. Los encargo a vuestro serio cuidado hasta que las cuestiones relativas a esta importante obra estén plenamente solucionadas. Cuando ese sea el caso, requeriré de ustedes más dedicación y más gusto. Por el momento el curso está definitivamente marcado, y os ruego que me hagáis saber de una etapa a otra cómo promete el plan promete, y qué resultados puede inspirar. Como veréis, esto es de gran alcance, de una majestad insuperable para cualquier obra del tipo que se haya emprendido en Francia.
[Carta dictada por Henry James a su secretaria Theodora Bosanquet y dirigida a sus dos hermanos, ya muertos, dos meses antes de morir el propio James, creyendo ser Napoleón Bonaparte]