Pedro Páramo convirtió a Juan Rulfo en uno de los escritores hispanoamericanos más importantes de su tiempo. Y, con esta novela, se consagró como una referencia que incluso llegó a cimentar buena parte del boom literario hispanoamericano. Precisamente por eso este texto posee la entidad de un clásico. Y vamos a analizar sus principales aspectos.
La única novela de Juan Rulfo, una novela única
Es sabido que Juan Rulfo solo publicó dos libros en toda su vida: los relatos de El llano en llamas y esta novela, Pedro Páramo. Su impacto fue inmediato, e inmediatamente la repercusión que estas obras tuvieron trascendió principalmente en América y en España pero también en el resto del mundo, donde sus obras fueron traducidas a los más diversos idiomas.
Al margen de que Pedro Páramo haya sido la única novela publicada (que no escrita) por Juan Rulfo, lo que la convierte en una obra única es que Juan Rulfo nunca fue ni pretendió ser un escritor profesional. De hecho, los múltiples trabajos que desempeñó no pueden estar más alejados del mundillo literario: funcionario de una oficina de inmigración, o vendedor ambulante de neumáticos, por poner dos ejemplos, fueron algunas de las ocupaciones con las que Juan Rulfo se ganaba la vida.
Ese carácter autodidacta de Juan Rulfo en el ámbito literario le proporciona, si cabe, un mérito mucho mayor a su breve pero impactante obra literaria que sin duda supuso un punto de ruptura en la forma de escribir y concebir historias, muy especialmente en el panorama de la literatura hispanoamericana.
Borges quedó impresionado con Pedro Páramo y dijo que probablemente estaba llamada a ser una de las obras fundamentales de la Literatura. García Márquez admitió que esta obra fue reveladora y posiblemente influyó mucho en su concepción de Cien años de soledad. Susan Sontag la calificó como obra maestra de la Literatura Universal. Y me detengo aquí porque podríamos seguir citando escritores que quedaron epatados con esta novela.
Mucho se ha hablado también de la posible influencia de William Faulkner en la construcción de Pedro Páramo. Yo personalmente no la veo tan clara ni tan evidente, al margen de que ambos circunscriben su obra en un espacio mítico.
Lo que sí cierto es que la narración de Juan Rulfo es absolutamente rompedora, entre otras cosas porque el espacio en el que circunscribe su obra es fantasmal, tanto es así que el lector no encontrará ni una sola descripción de los rostros de sus personajes ni del escenario donde se desarrolla la acción, y justamente esa ausencia casi total de adjetivos es uno de los elementos que convierte a la historia de Pedro Páramo en algo tan especial.
Otro elemento característico de esta obra es su multiplicidad de voces que hablan como si fueran susurros (de hecho, en una primera versión Juan Rulfo llegó a titular esta obra Los susurros). Juan Rulfo construye una narración a base de romper continuamente el tiempo, mezclando continuamente realidad, sueño y alucinación, combinando la violencia del paisaje y la crueldad humana con un lirismo poético subyacente que golpea y apabulla al lector. En cierto modo, Juan Rulfo inventó una narrativa nueva.
El éxito de Pedro Páramo fue tan rotundo que muchos de sus lectores se quedaron esperando a la siguiente novela de Juan Rulfo. Aunque probablemente escribió más historias, mi opinión personal es que Juan Rulfo no quiso dar a la luz obras que inevitablemente iban a quedar por debajo de El llano en llamas y Pedro Páramo. Es decir, que Juan Rulfo se vació de modo que sintió que ya no podía contar nada más, ni le interesó hacerlo. En ese sentido creo que hay que aplaudir su honestidad y su humildad, aunque quién sabe qué otras joyas nos podría haber deparado su escritura.
Hacia el fin de Comala
La novela comienza cuando Juan Preciado decide ir en busca de su padre, Pedro Páramo, al pueblo de Comala tras haberle prometido a su madre, Dolores Preciado, en su lecho de muerte, que así lo haría.
Juan Preciado, después de experimentar una serie de visiones pesadillescas, vuelve a Comala para reclamarle a su padre, Pedro Páramo, lo que les correspondía a él y a su madre como herencia. Este sería el inicio de la famosa novela. A partir de aquí, el hilo narrativo se rompe, aparecen diferentes voces, construcciones variadas del pueblo mexicano, una nebulosa en la que se mezclan los recuerdos y los personajes.
En sí, el hilo argumental es el de explicar quién era Pedro Páramo, descrito siempre con sus luces y sus sombras. Un ser tiránico, abusivo, cruel, pero también profundamente humano, enamorado tiernamente de su hijo. Y, de forma paralela, se habla también sobre cómo Comala queda absolutamente deshabitado, la forma en la que el pueblo termina por destruirse a sí mismo.
Precisamente por eso la novela arrastra ese toque tan pausado y, hasta cierto punto, fantasmagórico. Ya que en el fondo se está hablando de cosas que en realidad no están ahí. Se entrelazan recuerdos con conversaciones viejas y se va dibujando un perfil de Pedro Páramo, del pueblo y, finalmente, de su hijo. Siendo este la explicitación de todas las responsabilidades que se adquieren en vida, o de cómo las consecuencias de nuestros actos pueden exigirnos, llegado el momento, merecidas explicaciones.
El tema de la Revolución Mexicana atraviesa la novela de fondo, sin embargo tanto su autor como los críticos han descartado que pueda considerarse del género revolucionario de novelas hispanoamericanas. Más bien se trataría de una obra con interés a nivel humano. Al fin y al cabo habla de una familia, de la vida de un hombre, la caída en desgracia de un pueblo, y del implacable paso de la vida.
La poética hispanoamericana
Uno de los mayores prodigios de esta obra es que no se presenta como una reproducción del estilo de escritura Occidental. Es decir: Juan Rulfo es capaz de desarrollar una voz absolutamente definida y de poner los cimientos que alentarían luego a tantos otros escritores para producir lo que podemos entender como novela hispanoamericana.
Para empezar, la poética inunda el texto. La prosa trata de ser sugerente y de ofrecer un imaginario rico y, a la vez, algo impreciso, como queriendo remarcar así ese ambiente fantasmagórico o más disperso que funciona como el hilo narrativo de la historia.
Por otro lado, la técnica es la de emplear diferentes voces, romper habitualmente el hilo argumental y tratar de crear una dispersión entre recuerdos y presente. Como ofreciéndonos una imagen de lo rota y de lo fragmentaria que puede ser la memoria humana. En todas esas imágenes se va entretejiendo la historia, que podemos captar no tanto por un argumento claro y marcado como más bien por su esencia, por el aroma que sugiere y que nos transmite.
Como buena obra de la literatura contemporánea, al lector se le exige también que preste atención a lo que está sucediendo para que él mismo sea quien recomponga la historia y la narración. En este sentido, no se trata de un escrito fácil.
En conclusión, Pedro Páramo de Juan Rulfo es un clásico de la novela hispanoamericana que sirvió como base para que se desarrollasen los principales clásicos hispanoamericanos. Una obra que encierra misterio y que está cargada de una enorme belleza.
Pedro Páramo. Juan Rulfo. Cátedra.